ribbon

Oscuras coincidencias

27 de noviembre de 2015

|

 

Mientras en la Casa Blanca, los mandatarios norteamericano, Barak Obama y francés, François Hollande, se ponían de acuerdo en la forma conjunta de combatir el terrorismo, una oscura coincidencia –con imágenes mediáticas añadidas– se producía en el cielo sirio cuando un caza F16 de la fuerzas aérea turca lanzó un misil y destruyó un avión ruso que actuaba contra los terroristas.
Todo análisis –militar o de otro tipo– refiere que en zonas de conflictos, cuando más de una fuerza –interna o foránea– participa en acciones combativas con modernos medios aeroespaciales, se hace imprescindible la coordinación cuidadosa para evitar supuestos “errores” que nadie podría justificar.
El reciente derribo de un avión militar ruso en territorio sirio, puede formar parte de esta caracterización, más cuando se sabe que Moscú realiza sus bombardeos contra los terroristas del Estado Islámico (EI), a petición del país agredido –Siria– y en estrecha coordinación con sus fuerzas militares.
Si con esto no fuera suficiente, también el Mando ruso ha coordinado con estados vecinos a Siria, sobre las acciones de su aviación militar en zonas cercanas a la frontera entre Damasco y Ancara, donde se asientan una buena parte de los terroristas.
Soy del criterio que las autoridades turcas nunca debieron involucrarse en este tipo de acto, y pudieron no permitir a sus fuerzas “coheteriles”, accionar el gatillo provocador para sentar un precedente impredecible.
El derribo del avión militar ruso y la muerte de uno de los pilotos por parte de los terroristas en territorio sirio, ha servido para echar más leña al fuego en una zona explosiva y donde Occidente ha jugado –y lo sigue haciendo– a una lucha contra el terrorismo a su manera.
Turquía, por su frontera con Siria, está en el epicentro de un conflicto en el que sus autoridades han sido acusadas de permitir tanto el tráfico de mercenarios hacia la nación vecina como la venta ilegal de combustible que sirve de financiamiento al llamado Estado Islámico.
Como hace Occidente en su conjunto, Ankara ha declarado abiertamente su deseo de que el presidente sirio sea sacado del poder.
Un elemento adicional al solo hecho de abatir un avión es el de involucrar claramente al gobierno y las fuerzas militares turcas –miembros de la OTAN– en un conflicto en el que, primero que todo, Ankara debía fortalecer la seguridad de su frontera y contribuir en el combate al EI.
El piloto rescatado vivo, de los dos que conducían el avión militar ruso, ha declarado que su avión nunca voló por territorio turco y que nunca recibieron advertencia alguna por parte de ese país como habían declarado las autoridades de Ankara.
De seguro, muchas otras revelaciones del piloto ruso esclarecerán más los elementos sombríos de una historia cuyo hilo conductor parece llevarnos a una peligrosa provocación.
La OTAN, ese engendro bélico que trata de cercar a Rusia usando para ello el golpe de Estado y la situación de inestabilidad creada en Ucrania por Occidente, ve con muy buenos ojos todo lo que tienda a crear estados de opinión adversos a Moscú.
De igual forma, aunque la región del Oriente Medio no debe ser parte del radio de acción hacia donde la Alianza Atlántica pueda desplegarse para supuestamente proteger a los estados miembros, la institución militar ve con beneplácito el hecho de que Turquía se involucre más en la situación siria.
Desde el momento mismo en que Vladimir Putin decidió aceptar la petición de Damasco y emprender verdaderas acciones contra el Estado Islámico y todo lo que huela a terrorismo en ese país, Occidente lejos de cooperar, realiza actos como el del derribo del avión militar ruso y sigue apoyando a otros grupos que dentro de Siria también ejercen el terror, y todo ello con la franca intención de derribar al gobierno de Bashar al Assad e instalar en Siria a autoridades afines a Washington y Bruselas.

Comentarios