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Oscura perspectiva de la “restauración conservadora”

30 de diciembre de 2020

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A medida que se acerca el final del azaroso año 2020 -complejo y difícil por la pandemia COVID-19- queda más claro que el desarrollo y las perspectivas para el futuro político de América Latina y el Caribe no son los más halagueños para la llamada “restauración conservadora” que amenazó a la región.
Dentro de ese cuadro, no puede ignorarse que la derrota electoral de Donald Trump en Estados Unidos es otro factor -y no de poca importancia- que se añade para presagiar que, aunque la disputa seguirá siendo encarnizada, las fuerzas que pugnan por el progreso, la soberanía y la justicia podrán ganar tantos sucesivamente en las jornadas que se aproximan.
Las formas en que esos nuevos desarrollos tengan lugar, dependerá sin dudas de las condiciones concretas de cada país, de la correlación de fuerzas en lo interno y de la habilidad e inteligencia del movimiento popular sus organizaciones y líderes, para poder aprovechar las nuevas coyunturas y llevar adelante la lucha hasta un desenlace exitoso.
La unidad y la búsqueda de objetivos comunes entre los diferentes actores del campo popular serán elementos que -como la historia ha demostrado en innumerables ocasiones- jugarán un papel decisivo para acelerar, retrasar o incluso frustrar la victoria, pues el enemigo imperialista y sus servidores tampoco descansan y aun mueven poderosos recursos, intrigas y conspiraciones en aras de sostener su secular poder explotador y opresor: el imperialismo de Estados Unidos no ha jugado aún sus últimas cartas.
Lo ocurrido recientemente en Bolivia fue un buen ejemplo de cómo, aun tras la temporal derrota, puede ser posible la reconquista de la democracia y la justicia social cuando hay un amplio, decidido y organizado apoyo popular junto a una conducción correcta, firme y audaz, pero, sobre todo, estrechamente vinculada a su pueblo.
En el momento latinoamericano actual, aparecen Chile, Perú y Ecuador como los escenarios de luchas más agudas y posibles desenlaces -de una u otra manera- a mediano plazo. Entre ellos no se excluyen los posibles resultados electorales en próximos comicios, si esos resultados son respetados y no se acude al fraude, la coacción y la violencia por parte de quienes se resisten a verse desplazados.
Ni el corrupto, servil y desprestigiado Luis Almagro y su moribunda OEA podrán evitarlo, como hicieron en Bolivia de la manera más sucia y sangrienta. Precisamente aquellos suceso dejaron una lección y una enseñanza, convirtiéndose en ejemplos evidentes de la perfidia imperial y su capacidad de engaño.
A la larga, la perversidad y el fraude de Almagro y sus amos fueron útiles y hoy se vuelven referentes para todos, sirviendo de antídoto eficaz contra la ingenuidad o la inocencia.

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