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Ortega, por supuesto

2 de noviembre de 2016

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A pesar de que el Imperio maneja encuestas a su antojo, controla los principales medios de comunicación para denigrar a personalidades revolucionaras y su inteligencia cuenta con todo el dinero necesario para promover la compra de voluntades, será muy difícil evitar la reelección presidencial de Daniel Ortega el domingo venidero.

El Presidente de Nicaragua, su tesonera labor, le ha ganado un gran prestigio internacional, incluso reconocido por algunos de sus adversarios, avalado por un trabajo interno que le ha valido justamente un amplio respaldo popular, además de haber sabido promover la paz en todo el país y con los países fronterizos.

La experiencia de situaciones cercanas y recientes demuestra que no se puede apelar demasiado al optimismo, porque el enemigo de los pueblos ha aprovechado deficiencias ideológicas mezcladas con el odio, el revanchismo y el desmedido afán de tomar el poder a toda costa, no importa si hay sangrientas consecuencias.

Pero en el caso nicaragüense será muy difícil arrebatar un nuevo triunfo para el candidato de un Frente Sandinista de Liberación Nacional que hoy se muestra más unido que nunca, que jamás ha abdicado de sus principios y trata de construir una sociedad justa.

Ortega ha ganado aún más prestigio con sus programas de ayuda a la niñez, la virtual desaparición de la pobreza, la disminución de las inequidades sociales y el reconocimiento de la igualdad para cada nicaragüense, independientemente de su posición económica, credo y raza. La alfabetización del país, con la ayuda de Cuba, subraya con botón de oro la obra revolucionaria.

Combatido todo el tiempo por el Imperio, fracasado el primer gobierno sandinista por la ola contrarrevolucionaria y víctima de un férreo cerco que casi ahogó a la nación, el virtual ratificado mandatario supo llevare al país victorioso, no obstante el camino lleno de dificultades.

En este contexto, no ha dado ni un paso atrás en sus relaciones de hermandad y solidaridad con Cuba, por el contrario, cada vez más se afianzan esos lazos.

Nicaragua se desenvuelve en una geografía en la que el Imperio trata de fortalecer todos sus frentes de confrontación, incluido el militar. De ahí que la nación centroamericana, su Ejército Sandinista, sus numerosos brazos preparados para tomar un arma si fuera necesario, enfrenta consecuentemente cualquier tipo de amenaza y reitera su política de paz.

Decenas de miles de niños mexicanos y países de Centroamérica tratan de huir a Estados Unidos, no por lo que se pueda llamar reunión familiar, sino para huir del hambre y la miseria endémica, para hallar un mundo supuestamente menos injusto o en el que se pueda respirar. Ninguno es nicaragüense.

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