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Opciones sobre la mesa

26 de agosto de 2013

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Cuarenta minutos de conversación entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, fueron suficientes para “cocinar” una posible agresión militar contra Siria.
El argumento usado para la posible guerra, es copia al papel carbón al que empleó el antecesor de Obama, George W. Bush, cuando emprendió la contienda contra Iraq: el supuesto uso de armas químicas por parte de las fuerzas gubernamentales.
Esta vez se acusa al gobierno sirio —sin prueba convincente alguna— de hacer uso de esas armas prohibidas contra los opositores.
En la conversación entre los “dueños del mundo” ambos prometieron una respuesta contundente si se llega a probar que el régimen de Bashar al Asad utilizó armas químicas.
Quizás la diferencia entre Obama y Bush es que este último no consultó a sus socios cuando decidió que sus militares fueran con todo hacia la antigua Mesopotamia que literalmente destruyeron.
En el caso sirio, el uso de los grandes medios de prensa al servicio de Estados Unidos ha sido decisivo. Lo mismo subieron a Internet un video donde los llamados opositores sirios corroboran el uso de armas químicas contra ellos, que repitieron una y mil veces mentiras evidentes para preparar un ambiente de necesidad de la intervención armada.
Usando fuentes nada confiables como la de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) que asegura que 3 600 pacientes fueron tratados con síntomas neurotóxicos en hospitales de Damasco.
El informe de MSF coincide “casualmente” con la fecha del 21 de agosto, que según los mercenarios que combaten en Siria, es cuando el gobierno lanzó los ataques químicos contra ellos.
Precisamente ese día llegaban a Damasco los investigadores de la ONU, a los que las autoridades del país han dado toda garantía para que comprueben quién, en realidad, está usando tales sustancias.
El mandatario estadounidense había decidido en junio pasado —con armas químicas o sin ellas— suministrar ayuda militar directa a los opositores sirios.
Los franceses, de triste recordación por ser los más embullados cuando los ataques contra Libia, dijeron esta vez en voz de su canciller, Laurent Fabius, que las potencias mundiales debían responder con fuerza a Siria.
Obama que se sabe perdedor en las guerras donde aún está involucrado, quiso suavizar su posible decisión bélica con aquello de que “a veces lo que hemos visto es que hay quienes claman por una acción inmediata, para que hagamos algo que luego no resulta bien y nos empantana en situaciones muy difíciles”. Y recordó lo que ocurre en Afganistán donde hace 12 años Bush mandó a sus militares y el propio Barack Obama la declaró como “su guerra”.
Sabe también el mandatario norteamericano que tanto Rusia como China —miembros permanentes con derecho al veto en el Consejo de Seguridad— son contrarios a una intervención militar contra la nación árabe.
En este contexto resulta interesante lo que apareció en el diario estadounidense The New York Times que asegura que el gobierno de Obama estudia la campaña de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Serbia y Kosovo en 1999 como “posible borrador” para involucrarse en Siria sin un mandato de la ONU.
Y es muy significativo que se recalque en eso de “sin mandato de la ONU” por cuanto recordemos que los ataques contra Belgrado y otras ciudades de la ex Yugoslavia duraron 78 días y noches, masacrando a millares de civiles, niños, mujeres y ancianos muchos de ellos, y Naciones Unidas resultó ignorada totalmente.
Para caldear más el ambiente, el Pentágono ha decidido ampliar su presencia en el Mediterráneo a cuatro destructores en vez de los tres actuales.
Estos medios de guerra pueden lanzar misiles crucero Tomahawk como los usados en Libia en 2011, siendo una de las posibles variantes preparadas para que Obama decida según explica el diario The Washington Post.
En fin, el desenlace de la situación en Siria puede producirse de un momento a otro y para ello todas las opciones están sobre la mesa en espera de que Obama decida.

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