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ONU: los votos y el veto

22 de junio de 2020

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Sometida a intensas presiones y al desprecio más insolente por parte del régimen de Trump -que trata como nunca antes de someterla, chantajearla y manipularla -la Organización de Naciones Unidas (ONU) prosigue sus esfuerzos en distintas direcciones, ya sea directamente desde la Secretaría General o mediante sus diferentes agencias especializadas.

El mandatario yanqui la ataca con saña, la amenaza constantemente y pretende así restarle autoridad moral y capacidad de acción para desempeñar las importantes misiones que le confirió su Carta fundacional. En su enloquecido afán de dominio, el actual inquilino de la Casa Blanca no pierde oportunidad para pisotear la ley internacional y poner en ridículo a la organización mundial.

No es de sorprender que, siendo enemigo confeso del multilateralismo, la integración y la cooperación, haga objeto de sus ataques a las Naciones Unidas, que representan hasta el momento -no obstante sus limitaciones y deficiencias-, el más elevado foro de debate y solución de los asuntos mundiales.

El Consejo de Seguridad, según la Carta, es su máximo órgano ejecutivo y cuenta con extraordinarias facultades como la de adoptar resoluciones de carácter vinculante, que pueden llegar hasta intervenciones armadas.

No olvidar que surgió en 1945, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, cuando las condiciones del mundo y su composición eran muy distintas y ello determinó que lo integraran las cinco potencias consideradas vencedoras en la contienda, de manera permanente y con derecho a veto cada una de ellas.

Otros diez países lo completan y se renuevan parcialmente cada año, según candidaturas que los grupos regionales presentan ante la Asamblea General, para su elección por dos años.

Tal es el mecanismo establecido desde su fundación y que algunos países y gobiernos han objetado por considerar que no resulta ya plenamente democrático y representativo de la realidad actual, pidiendo su ampliación y la eliminación del veto.

Este año –como corresponde-, la Asamblea General procedió a la votación de los miembros no permanentes para el bienio 2021-2022 y sus resultados merecen ser observados pues permiten llegar a algunas conclusiones sobre la situación mundial y regional.

México fue electo por abrumadora mayoría (187 votos), cercano a la unanimidad; India recibió 184 votos; Noruega recibió 130 e Irlanda obtuvo 128. Al no alcanzar los 128 notos requeridos ninguno de los candidatos del grupo africano (Djibuti y Kenia) esa elección fue aplazada por unos días hasta lograr mayor consenso.

Tanto México como India fueron candidatos únicos de sus respectivos grupos regionales, reflejando así un alto grado de prestigio y confianza tanto en su región como en la comunidad internacional. Ese mismo día México fue también electo miembro del Consejo Económico y Social (ECOSOC) por América Latina y el Caribe, junto a Argentina y Guatemala.

No puede pasarse por alto que Turquía, en la persona de Voizkan Bozkir, fue elegida para presidir el próximo período de sesiones de la Asamblea General y ello introduce sin dudas un elemento novedoso en la arena internacional.

Gústele o no al enloquecido Trump las Naciones Unidas siguen jugando un importante papel, nada desdeñable.

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