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Olvidar sería imperdonable

30 de enero de 2016

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Hace un buen tiempo —demasiado, yo diría— las noticias de Palestina parecen olvidadas en los medios de prensa.
El poder mediático internacional concentra su foco de atención en Siria y no pocas veces para tergiversar la realidad, tomando partido en quienes desde Washington o el Golfo, insisten y persisten en que todo arreglo de la situación en esa nación árabe tendría necesariamente que pasar por el derrocamiento o la renuncia del presidente Bashar al Assad.
En tierras palestinas, mientras tanto, hasta la propia ONU ha informado por estos días de la muerte de 23 civiles, incluyendo ocho niños, blanco de los ataques del ejército israelí y de los colonos que se aferran en convertir en verdaderos guetos las poblaciones árabes en Gaza o Cisjordania.
Reportes de la prensa palestina se referían este fin de semana a los ataques, por tercer día consecutivo de fuerzas israelíes contra la Mezquita Al Aqsa, lugar sagrado para la comunidad palestina.
También se puede leer que Israel está utilizando herbicidas que destruyen la agricultura en Gaza.
Se trata, quizás, de uno de los más prolongados actos de genocidio que conozca la humanidad, comenzados desde el propio momento en que nació el Estado israelí en tierras sagradas, que siempre formaron parte de Palestina.
Días después de que la ONU instalara allí los primeros asentamientos de judíos víctimas de las atrocidades del fascismo, se creaba un nuevo problema que todavía hoy, lejos de resolverse lo que ha hecho es extenderse y hacerse cada vez más cruel con los pobladores árabes.
Palestina sufre de un verdadero apartheid y un continuado expansionismo israelí que arrincona cada vez en mayor medida a la desprotegida población de esa nación, que vive como paria en su propia Patria.
Ha sido Israel y sus autoridades con el apoyo total de Washington, un verdadero desafío a la credibilidad de la ONU y otras instituciones internacionales que, una y otra vez, han adoptado resoluciones exigiendo al menos el respeto a la vida de los pobladores palestinos y el cese de la continua agresión sionista, sin que los gobiernos de Tel Aviv hayan hecho caso alguno a ese reclamo internacional.
Por supuesto, saben los gobernantes de Israel que cuentan con el apoyo total e incondicional de los gobiernos de Estados Unidos, que no permiten la aprobación de alguna resolución vinculante en el Consejo de Seguridad y, a espaladas del reclamo mundial, suministran cada año más de 3 000 millones de dólares para que se siga reprimiendo al pueblo palestino.
Estoy de acuerdo que el tema de la guerra contra Siria; la desestabilización de Irak luego de la invasión y ocupación norteamericana; Libia fragmentada e ingobernable por iguales causas; Afganistán cada vez más incontrolable y más pobre; y otros focos de conflicto en la región del Oriente Medio, deben seguir ocupando un espacio priorizado en el mundo mediático de nuestros días.
Pero, de igual forma, soy del criterio de que no debe olvidarse la situación en Palestina, que por derecho propio merece espacio destacado en los medios de prensa y atención mundial para que se gane más conciencia y quizás, algún día, los palestinos puedan vivir en paz y tener su Estado libre y soberano, derecho inalienable ganado con lucha y resistencia.

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