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Ojalá que llueva café

26 de abril de 2021

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En este portal comenté la aciaga vida de un ser querido, de raza blanca, que trató de encontrar el bienestar en Estados Unidos y fue a parar con sus huesos en los Ángeles, donde su esposo, un mulato, fue muerto a tiros en una céntrica zona conformada por 54 manzanas pletóricas de todo tipo de males que puedan imaginar en la tierra soñada por ingenuos migrantes.

Si ello ocurre en los Ángeles, también en otras muchas ciudades estadounidenses, como en Nueva York, donde la pandemia de la COVID-19 ha enlutado a miles de familias, la mayoría pobre, dejándolas con hambre y sin techo.

En las calles de Nueva York hay una cifra récord de los sin techo –cerca de 80 000-, mientras los ricos, que se enriquecen aún más con la pandemia, siguen construyendo edificios de lujo.

Las autoridades han expresado que los albergues están obligados a aceptar a todos los que huyen de las inclemencias del tiempo y no tienen hogar, en tanto hay viviendas habitables que no lo están, porque sus dueños las compran más por inversión que para vivir.

Pero vayamos a otro estado, Oklahoma, que ocupa el lugar 48 entre los 50 del país en educación. Mientras se nutre la ignorancia y se tolera la miseria, allí se promueven los valores patrióticos.

Un comité legislativo estadual aprobó un proyecto de ley que anula un curso avanzado de historia en las preparatorias, ya que, dice, destaca “lo que está mal con América” (EE.UU.), y lo peor es que no hace mención del “excepcionalismo estadounidense”.

Y es que la reacción no puede dejar pasar que se conozca la verdad sobre la perspectiva negativa de la historia estadounidense.

Entre tantas malas noticias llega una que puede ser buena y abarca no solo a EE, UU. sino a todos, a quienes -según David Brooks, del periódico mexicano La Jornada– quieren mantenerse bien despiertos a ver todo este fenómeno de la pandemia y de la consecución de la política estadounidense, sea quien sea su presidente:

“El panel nacional norteamericano de expertos sobre nutrición sorprendió en una conclusión acerca de que no sólo no hay riesgos mínimos de salud al consumir entre tres y cinco tazas de café al día, sino podría tener efectos que benefician a la salud, como reducir ciertas enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, entre otras”.

Y concluye:

“Ante todas estas locuras, tonterías y crueldades, tal vez lo mínimo que se le pueda sugerir a los dioses es… ojalá que llueva café”.

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