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Ofuscación mental

21 de febrero de 2019

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Sin dudas el ánimo bélico cada vez más encendido del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene un claro objetivo: lograr con la histeria guerrerista una reelección y, conociendo las improntas de una gran parte del votante que, como se asegura, “vota por el bol$illo, nada parece ridículo o loco y sí muy posible.

Sembrar el miedo es una buena forma de atizar la desvalidez que acompaña al electorado norteamericano, cuya mente es manejada en gran medida por los medios masivos de comunicación, y de ahí que nada resulte extraño que vuelva a poner la cabeza en el cadalso por  un mandatario que no lo merece.

Parece algo rocambolesco,  pero ya suena “natural”  que Estados Unidos esté elaborando una estrategia para no permitir a Rusia vender sus recursos energéticos en la región del Medio Orante, lo cual necesitará  el empleo de amplios recursos mitrares, entre estos una gran cantidad de buques de guerra, lo cual desembocaría inevitablemente en un conflicto de dos naciones poseedoras de armas nucleares.

Mientras prepara su diabólico plan contra el Gobierno Bolivariano de Nicolás Maduro y, por ende, la mayoría del pueblo venezolano, Trump sigue pisoteando las leyes del Derecho Internacional, en un movimiento que, como otros anteriores, tienen que ver con su reelección presidencial.

En este sentido se ha hecho sentir la voz de una fuerte aliada de Estados Unidos, pero que no concuerda con muchos aspectos de la política de Trump, la canciller alemana, Ángela Merkel, quien está en su cuarto y último mandato, y que hay que reconocer tanto su mano fuerte como la claridad mental, cosa que no tiene su socio estadounidense.

Merkel opina que excluir políticamente a Rusia del panorama  diplomático y político internacional sería un grave error, y subrayó que “es estratégicamente incorrecto” para Europa, que no tiene interés en romper todas las relaciones con Rusia”.

Del mismo modo ha expresado su esperanza de mejorar las “muy deterioradas” relaciones entre Europa y Rusia, y lamentó que Trump esté dificultando el proceso de reparar los mencionados lazos.

También ha criticado a las autoridades estadounidenses por su política aislacionista y por desmantelar las estructuras internacionales. Alerta, de hecho, de que estas medidas de Estados Unidos están contribuyendo al aumento de la inestabilidad en el mundo.

Destaca, a su vez, la importancia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), recordando que, a diferencia de lo que alega EE.UU., específicamente Trump, la Alianza Atlántica es de suma importancia para la estabilidad y la seguridad del mundo refiriéndose a la opinión del mandatario de que Estados Unidos es el que debe dar la pauta a sus socios atlánticos, pero que estos deben pagar más su participación en la entidad.

Desde su llegada a la Casa Blanca, el mandatario estadounidense está exigiendo a los miembros de la OTAN que aumenten sus contribuciones a la Alianza Atlántica, y, en caso contrario, amenaza con que EE.UU. no acudirá a ayudarlos en caso de que sean atacados.

O sea, todo un menjurje para creer o no, que revela un alto grado de ofuscación mental.

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