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OEA: pantomima en Lima

13 de octubre de 2022

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La desprestigiada, anacrónica e inútil Organización de Estados Americanos (OEA) sigue dando que hablar en medio de su agonía, previa  al funeral al que la conduce inexorablemente Luis Almagro, quien hoy hace malabares tratando de saltar de la fidelidad a Trump a la incondicionalidad a Biden.

Al gobierno imperialista de Estados Unidos parece interesarle  aún como palanca de dominación, extorsión y presión sobre los estados latinoamericanos y caribeños, donde suman más cada día los gobiernos que han optado por el camino de la soberanía y la dignidad y se niegan a ser conducidos por el camino de la sumisión y entrega al Imperio que antes caracterizó a la región como “patio trasero”, tal cual la llamaban despectivamente incluso los amos yanquis.

Esta vez se trató de la Asamblea General que tuvo lugar en Lima, Perú, donde coincidentemente se había constituido el fallecido e ilegítimo Grupo de Lima, concebido por Almagro y Trump para poner fin al gobierno constitucional de Venezuela y aplastar a la Revolución Bolivariana mediante una eventual intervención militar directa encabezada por Estados Unidos.

Todo aquello se frustró ante la decisión irreversible y la firmeza patriótica habitual del pueblo venezolano y su gobierno y los cambios decisivos en los países de América Latina y el Caribe, que se negaron a ser cómplices de la bochornosa aventura.

Ni siquiera el descomunal fracaso y el ridículo mayor de sus pretensiones contra Venezuela parece haber servido de lección y escarmiento a la agonizante OEA y al Departamento de Estado y aún hoy se empeñan en mantener allí como supuesto representante de este país al delincuente Juan Guaidó como enviado en esa organización, de la cual el legítimo gobierno venezolano se retiró hace ya buen tiempo.

En la pantomima de Lima fueron catorce los países que se negaron a reconocer al bandido y demandaron su salida, mientras nueve se abstuvieron de respaldarlo y sumaron en total 23 expresiones de repudio. Según Almagro, no fueron suficientes pues se necesitaban 24 votos para proceder a la separación de la ilícita representación usurpada.

Más importante, sin embargo, fue la nutrida demostración de los países de América Latina y el Caribe que abiertamente rechazaron o tomaron distancia del engendro: la OEA sigue hundiéndose en el descrédito, la ilegalidad y el engaño.

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