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Odio, armas y dinero, como filosofía de vida

30 de octubre de 2023

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Las noticias diarias exponen ante el mundo una sociedad estadounidense, donde el odio y las armas, a la par con el dinero, constituyen tres elementos que deciden su existencia.

El negocio de las armas es la expresión más acabada de su sistema de gobierno y las estructuras que lo sustentan.

El llamado Complejo Militar Industrial es parte muy importante del sostén del sistema, con una influencia determinante en la política, sea el Partido que sea, y gobierno que esté de turno en la Casa Blanca.

De no ser así, cómo comprender entonces que sea Estados Unidos el país más armado del planeta, que en la calle haya 120,5 armas de fuego por cada cien habitantes y que esas mismas armas mataron en el año 2020 a 45 000 personas, cifra que crece vertiginosamente.

Cómo explicar que, si se suman todas las muertes por armas de fuego entre 1968 y 2017, la cifra alcanza el millón y medio, más que todos los muertos en combate en la historia de ese país.

En este fin de semana de octubre, la agencia de prensa estadounidense AP, ha divulgado una larga relación de los «asesinatos masivos» acontecidos solo en el presente año 2023.

No se contaba, pienso yo, el tiroteo producido este sábado en Florida, que dejó dos muertos y 18 heridos, o quizás otros que se puedan producir este domingo o cualquier día de la semana que comienza.

Un día antes, el viernes, en Tampa se contabilizaba el asesinato masivo número 36 del presente año, y agregaba a la lista luctuosa 18 muertos y 13 heridos.

Entre los años 2019 y 2020 el total de tiroteos masivos subió de 417 a 610, y un año después saltó a 692.

Los tiroteos masivos en escuelas, cines, bailes, centros deportivos, comercios y otros lugares públicos, son considerados como «una lacra puramente estadounidense», autóctona, particular y distintiva, con sus causas evidentes, pero sin visos de ser solucionada.

El arma más usada en estos hechos es el fusil AR-15, al que se le considera ya como «el arma nacional de Estados Unidos», según BBC News.

Si se quiere tener una idea de cómo piensan y actúan muchos políticos estadounidenses, ya sea a nivel federal o local, veamos lo asegurado por el gobernador de Texas, Greg Abbott, en cuanto a que «no permitiremos que en Texas se quiten las armas a quienes la tengan». Y, seguidamente dijo: «Texas es un santuario de la Segunda Enmienda estadounidense».

Abbott, flanqueado por varios miembros de la Asociación Nacional del Rifle, firmó siete leyes estatales para prohibir que se aplique alguna legislación federal de control de armas en el estado que dirige y «mantener a Texas como un bastión de la libertad donde cada quien pueda portar una pistola u otra arma, sin licencia», de acuerdo a lo publicado por el sitio digital El Confidencial.

Por su parte, el presidente Joe Biden, presionado por el sentimiento público de quienes pierden un hijo, un hermano o padre en una balacera, aseguró hace un tiempo que «vamos a ponernos firmes ante el lobby de las armas».

El mandatario demócrata se preguntó que, «cuándo, en nombre de Dios» los niños seguirán siendo testigos de las balaceras donde mueren familiares y amigos, como si estuvieran en un campo de batalla».

Pero, como la mayoría de las cosas prometidas por Biden, todavía no se ha logrado aprobar alguna regulación federal respecto al control de las armas.

Se trata, sin lugar a dudas, de una legislación que, de existir, tendría un efecto directo en la disminución de las tragedias actuales. El control de armas, de existir, tendría un eco directo en tragedias como la de hoy, o la de ayer, o la de la semana pasada. O simplemente como la última balacera en Uvalde, cuando el joven Salvador Ramos, esperó cumplir los 18 años para comprar libremente dos rifles y acudir a una escuela en la que asesinó a 19 niños y dos profesores, en la misma aula donde recibían clases, antes de ser abatido por la policía.

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