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Odio a Cuba

6 de noviembre de 2017

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Con la rojiza faz netamente fascista al descubierto, pienso que con Donald Trump ya no es necesario aquel argumento que algunos alegaban para no hacer algo contra el bloqueo de que dependía del Congreso, haciéndole el juego a un imperialismo carente de toda ética, al no comentar que ello constituye una violación del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

O sea, además de los fuertes adjetivos calificativos peyorativos que sus promotores merecen, todo lo concerniente a ese engendro es totalmente ilegal.

El odio a Cuba hace que se renueve la persecución a los ciudadanos norteamericanos que osen visitar a la Isla. Es decir, son sospechosos y tienen que demostrar su inocencia, al revés del principio jurídico de que una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

La intervención del canciller Bruno Rodríguez Parrilla en la ONU y su conferencia de prensa en Washington han sido más que esclarecedoras y han sido bien divulgadas por nuestros medios, además de buena parte de la prensa internacional, por lo que pienso no se deben repetir en este breve espacio tan amplios y certeros argumentos sobre la condena al injusto bloqueo imperialista, reprobado durante 26 años consecutivos por la inmensa mayoría de la comunidad internacional.

Pero por algo el Imperio es el Imperio y no importa cuán injusto sea, cuando trata de imponer sus regulaciones anticubanas a sus aliados en Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, Europa y el resto del continente americano. Todo esto se enmarca en la Ley Helms-Burton, sobre la cual comentamos recientemente, un decreto que ordena que el Fondo Monetario  Internacional, el Banco Mundial, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, la Asociación Internacional de Fomento la Corporación Financiera Internacional, el Organismo de Garantía de las Inversiones Multilaterales y el Banco Interamericano de Desarrollo no pueden otorgarle créditos a la isla caribeña ni pueden aceptarla como miembro.

Cuando el anterior presente norteamericano, Barack Obama, admitió el fracaso de la política hacia Cuba y restableció relaciones con la Isla, estaba admitiendo que la Revolución liderada por Fidel no había podido ser derrotado.

Con ello se vencía aquel argumento planteado por Lester D. Mallory, subsecretario norteamericano de Estado para asuntos Interamericanos en abril de 1960:

“… el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Al año siguiente se produjo la agresión por Playa Girón, derrotada en menos de 72 horas, y fueron apresados un amplio componente de la dictadura batistiana que intentaba reapropiarse de las riquezas nacionales como botín de guerra para su uso privado. Esos mercenarios que fueron canjeados por compotas y regresaron a la Florida, hoy reciben el calificativo de “contratistas”

Luego llegó la Ley Helms-Burton con el plan de “no hacerle llegar dinero al castrismo”, que encubre el verdadero propósito de impedir el funcionamiento eficiente de la economía en el socialismo cubano, hacerle daño a las personas, hacerles creer que su escasez y sus graves limitaciones de consumo personal son por causa de la Revolución Cubana.

Lo que para otro país sería una debacle, en Cuba no fue así, porque no ha habido hambruna, nadie ha quedado abandonado a su suerte, no se han cerrado servicios de salud, ni de educación.

La pequeña nación caribeña ha sido capaz de extender una ayuda muy valiosa a países con muchos problemas sociales acumulados, algunos con muchas más riquezas naturales y económicas que no sufren el bloqueo ni la hostilidad de Estados Unidos.

Es decir, la política de bloqueo contra Cuba ha fracasado, pero ahora los avances realizados tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas se están deteriorando rápidamente con el consentimiento de un mandatario encaminado a fascistizar a su país, bajo el aliento de una retrógrada gusanera que sola se une por el odio a Cuba.

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