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Ocultamiento y “fake news”: ¿cómplices del terrorismo?

14 de febrero de 2024

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Viene comprobándose peligrosamente cada día la complicidad de la ”gran prensa” corporativa del sistema capitalista -cuyos principales exponentes radican en Estados Unidos-, con sucesos y acontecimientos tanto mundiales como regionales o simplemente locales, relacionados con el terrorismo y con el narcotráfico donde esa llamada “gran prensa” juega un papel de ocultamiento (autocensura) o “fake news” (distorsión), en beneficio o al servicio de los intereses que protegen a ambos flagelos mundiales.
Esto es altamente sospechoso y llama la atención, por cuanto han sido hasta ahora esos mismos medios los que han hecho campaña hipócritamente en favor de una supuesta “libertad de prensa” que dicen practicar, pero que en realidad solo encubre propósitos mentirosos de difamación y falsedades contra todas las causas que propongan o tan siquiera insinúen un punto de vista distante o no coincidente con el totalitarismo capitalista neoliberal de estos tiempos, del cual forman parte el terrorismo y el narcotráfico.
En las semanas recientes han tenido lugar evidencias que nutren esta afirmación nada caprichosa y pueden ser citadas como ejemplos desenfadados de esa realidad que atraviesa el mundo de hoy y se ve reforzada por las llamadas “redes sociales”, también bajo el control técnico y operativo de los consorcios digitales del imperialismo que actúan sin ética ni ley ni recato alguno.
Son ejemplos cercanos y escandalosos de distorsión y ocultamiento los que se han puesto en práctica respecto a la entrevista del presidente ruso Vladimir Putin al periodista estadounidense Thunker Carlson manipulando o alterando las respuestas del entrevistado; la intención perversa de no difundir la denuncia del periodista cubano Max Lesnik, radicado en Miami donde ejerce su profesión, sobre las amenazas de muerte de que ha sido objeto por sus informaciones sobre Cuba y su rechazo al bloqueo; las sucias maniobras del grupo argentino “Clarín” contra el gobierno venezolano, al que acusa de vínculos con el narcotráfico internacional, en lo que puede ser un encubrimiento que busca desviar la atención hacia otras partes.
Son solo tres casos de días recientes, a los que pudieran añadirse más como los que pretenden colocar a Rusia de agresora e invasora de Ucrania o a los palestinos como victimarios de Israel, en aras de justificar el genocidio de Gaza o a China como colonizadora de su propio mar meridional dentro de los límites marítimos reconocidos o el robo del avión venezolano que había sido secuestrado en Argentina.
Se ha establecido una “internacional de la mentira”, a la que los medios de prensa que aún quedan enarbolando la objetividad, la realidad y la decencia no les queda otra disyuntiva que salirles al paso con profesionalidad, ética y valentía, procurando una articulación transversal que los haga coincidir al menos en lo fundamental, y presente a sus respectivos auditorios un punto de vista alternativo al que pretenden imponer los monopolios informativos, el terrorismo mediático y la colonización cultural.
Es la gran tarea del momento; es imprescindible si queremos marchar hacia un nuevo orden informativo internacional en el futuro.

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