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Objetivo: provocar a China

5 de agosto de 2022

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El debate se produce entre dos filosofías muy distintas: la agresiva, arrogante e impositiva, por parte del gobierno de Estados Unidos y la serena, persuasiva y firme, de China.

El último intento de romper ese equilibrio, fue incitado por Washington esta propia semana cuando fue lanzada al ruedo la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, en un viaje relámpago a Taiwán, sin tener siquiera otro propósito que no sea el de provocar.

Incluso, en la propia sede de Naciones Unidas, el embajador chino, Zhang Jun había advertido que «Taiwán es parte integral de China y la cuestión de la integridad territorial es una línea roja para Pekín».

Con la visita de la presidenta de la Pelosi a Taiwán, Washington cree que ha ganado el «round», aunque desde el punto de vista estratégico está perdiendo a China para siempre, mientras que Pekín se acerca aún más a Moscú, dijo a Sputnik el analista militar ruso Alexéi Leónkov.

Por su parte, en la Cancillería del gigante asiático se refirieron al tema con el calificativo de que Estados Unidos estaba jugando con fuego en relación con el tema de Taiwán, y las maniobras militares de China en los mares que rodean la isla taiwanesa, corroboran la decisión firme de estar preparados ante cualquier contingencia derivada de la irresponsable decisión de Washington, que se ha propuesto retar a China.

Todo hace indicar que Estados Unidos quería una provocación o incidente con la participación de Pelosi, mientras que China no recurrió a ese paso, haciendo gala de su serenidad y responsabilidad internacional, consciente de que un desafío de este tipo podría conducir a un enfrentamiento a gran escala.

En tanto, la cancillería rusa declaró que con el «alboroto en torno a la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwan», las autoridades estadounidenses trataron de desviar la atención de la guerra que apoyan financiera y militarmente en Ucrania, y los graves problemas internos que afronta el imperio yanqui, derivados de una conducción herrada del actual gobierno.

Para Moscú, la «situación en torno a Ucrania llevó a Washington a un callejón sin salida» por lo que le es necesario encontrar algún tipo de escapatoria informativa. Y quizás un espectáculo mediático como la visita de Nancy Pelosi a Taiwán, se fabricó con  tal objetivo.

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, declaró «no tener dudas que es la misma línea que Estados Unidos aplica en el caso ucraniano. Es un intento de mostrarle al mundo su impunidad y que hace lo que quiere».

Hay que tener en cuenta que el presidente estadounidense Joe Biden, fue advertido por el mandatario chino de que «jugando con fuego se corre el riesgo de quemarse», más cuando la administración yanqui ha asegurado al gobierno chino «un compromiso inquebrantable con la política de una sola China».

El episodio en torno a la visita de la alta funcionaria estadounidense a Taiwán, pasará a ser, en mi opinión, una referencia más de la forma de actuar de un gobierno que, como otros demócratas o republicanos, han usado como filosofía la violación de toda conducta en la que se respete el derecho internacional y se facilite el diálogo en vez de la confrontación.

Es lo que sucede en torno a la guerra en Ucrania y la actuación del mandatario Joe Biden,  con la arrogancia y desprecio en el tratamiento y las relaciones con Rusia; el desafío contra Irán y la ausencia de una política responsable en torno al tema nuclear, y muchos otros aspectos que hacen de este mundo, un espacio cada vez más peligroso y vulnerable.

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