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Obama manda o no manda

24 de mayo de 2014

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Cuando el presidente norteamericano Barack Obama asumió su mandato en 2009, una de sus primeras decisiones fue firmar una orden ejecutiva para cerrar la cárcel de la ilegal base de Guantánamo en un año.
Se suponía entonces que cuando el 2010 comenzara, ya aquel centro de torturas no existiría. Al menos así hubiese sido si de verdad lo que preveía el presidente norteamericano se hubiera hecho por parte de los mecanismos de mando que él dirige.
Pero nada. Pasó ese año, el otro y hemos llegado al 2014 y ahora, la Cámara de Representantes rechazó un nuevo proyecto de autorización del cierre de esa instalación presentado por Obama.
El citado proyecto ni siquiera se refería a aquella lejana decisión del mandatario cuando hace cinco años dictó la orden ejecutiva para el cierre de la cárcel. Ahora la pretensión era hacerlo para el 2017.
El asunto es que esa prisión está costando al presupuesto norteamericano algo más de mil millones de dólares al año; eso además del costo moral internacional por las reiteradas denuncias de torturas aplicadas contra reos que nunca han podido contar con quienes los defiendan y tampoco conocen de acusación legal por lo que se les ha mantenido tantos años presos.
Recientemente recorrió el mundo mediático una carta escrita por el yemení Moath al-Alwi, que desde 2002 permanece detenido allí, y en la que describe el tratamiento humillante y cruel que sufren los prisioneros.
“Escribo esta carta como escribí la última, entre ataques de vómitos violentos y dolores agudos en mi estómago causados por la sesión de alimentación forzosa de esta mañana”. Refiere el reo, en la misiva publicada en la página web de la cadena ‘Aljazeera’.
“Menos los que están encarcelados conmigo, nadie puede realmente hacerse a la idea de cómo sufrimos”, declara al-Alwi en la carta.
Según el recluso, 21 prisioneros actualmente se encuentran en huelga de hambre y 16 de ellos son sometidos a alimentación forzosa, y puntualiza que “el Gobierno de EE.UU. no quiere que el pueblo americano sepa que todavía estamos en huelga”.
Ahora bien, cuál es el problema que impide el cierre de esa instalación. Pues que al cerrar la cárcel de Guantánamo podrá saberse todo, o la mayoría de las cosas que allí se han hecho por parte de las autoridades norteamericanas.
Se tendrá que admitir que todas las supuestas confesiones de reos fueron falsas y solo logradas a través de crueles torturas.
Se conocerá que tanto la CIA como el Pentágono, en su afán por preparar ante la opinión pública norteamericana y de países aliados, un patrón de estigmatización de los musulmanes, hasta contrataron un agente de enlace con Hollywood, el coronel Chase Brandon y a célebres escritores como Tom Chancy y otros guionistas que escribieran para películas y también para un seriado de la televisión.
El objetivo estaba claro: denigrar la cultura musulmana y justificar la tortura como parte de la lucha contra el terrorismo.
Una investigación realizada por el senador suizo Dick Marty, confirmó ante el Consejo de Europa que la CIA había secuestrado a miles de personas a través del mundo y quizás cientos de ellas son de países de la Unión Europea. La distinción por rasgos y prácticas religiosas —es decir, si eran musulmanes o parecían serlo—, llevó a cientos de hombres a las cárceles de la ilegal base de Guantánamo, a la de Baghram en Afganistán, ambas reconocidos centros de tortura instalados por Estados Unidos fuera de su territorio.
Cuando Barack Obama sustituyó a George Bush en la Casa Blanca, de las primeras medidas anunciadas fue la de elaborar con un grupo de prestigiosos juristas una estrategia para acabar con aquel siniestro episodio.
Vale recordar que aquella promesa le hizo conquistar simpatías en la opinión púbica internacional y permitió mejorar la imagen de Estados Unidos ante el mundo. Hasta el Premio Nobel le fue otorgado sin que se lo hubiese ganado, una cuenta pendiente durante todo su mandato.
Ahí sigue abierta la cárcel en la ilegal base de Guantánamo y nada hace indicar que en lo que le queda de su administración, el actual presidente norteamericano pueda cambiar esa realidad.

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