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Obama, contradicciones y apuestas sobre Cuba

4 de noviembre de 2015

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Barack Obama, el presidente de la nación más poderosa económica y militarmente del mundo, dijo no comprender el porqué se había presentado la moción de condena del injusto bloqueo con más de medio siglo contra Cuba –aprobado con cifra récord en Naciones Unidas–, cuando él ya estaba dando los pasos necesarios para tal fin.
Pero, hasta ahora, su débil llamado al Congreso para que levante las sanciones económicas han sido inútiles, mientras inflige multas astronómicas a las empresas internacionales que comercian con Cuba.
Grosso modo o detalladamente, esto ha sido conocido no solo por los cubanos, sino por gran parte de la comunidad internacional, y menos, mucho menos, en el propio Estados Unidos, pese a que unas ¾ partes de su población y la mayoría de los cubanos residentes allí son partidarios de que desaparezca lo que llaman “embargo”.
Como la prensa norteamericana publica, generalmente lo que conviene al establishment y, sobre todo, a su puntal económico de Wall Street, ha seguido la senda del miedo abierta tras los sucesos del 11 de septiembre del 2001, con el inicio de la campaña antiterrorista por el Estado del Terror, y se debate más en los sucesos que sacuden al país como la continuación de los conflictos no solo en Siria y Afganistán, sino también en Iraq y el envío ilegal de fuerzas militares al territorio sirio, con el pretexto de apoyar a “terroristas moderados opositores contra los “chicos malos” del Estado Islámico –fuerte y acertadamente batido por la aviación rusa, sin “daños colaterales”.
Estos eventos son los que más destacan los medios masivos norteamericanos, y lo hicieron mucho menos, cuando Obama hizo el 28 de septiembre último en Naciones Unidas una constatación lúcida sobre la politica exterior de su país hacia Cuba, subrayando la firmeza de su decisión de cambiarla.
Y aunque ha habido algunas aperturas, estas han sido débiles, nada decisivas, lo cual contrasta con la indudable valiente e inteligente decisión del mandatario; pero que aun deja boquiabierto a los norteamericanos que logran enterarse de que sigue autorizando el gasto de decenas de millones de dólares del presupuesto en inútiles trasmisiones radiales y televisivas contra la Revolución Cubana.
En este contexto, algunos conocidos en los estados de Nueva Jersey y Georgia aseguran que los pasos de Obama al efecto son objetos de apuesta, con afirmaciones que van desde que espera la clarificación del panorama con vista a las próximas elecciones presidenciales, hasta que va a continuar dejando al bloqueo tan hueco por dentro como él pueda hacerlo, y después el órgano legislativo lo liquidará por completo.
Ese “hueco” al bloqueo puede hacerse si Obama utiliza sus prerrogativas, que siempre es bueno recordar y tener en cuenta:
El Presidente de Estados Unidos puede autorizar el comercio bilateral entre ambas naciones; el uso del dólar por Cuba en sus transacciones internacionales y permitir que nuestro país adquiera en el mercado mundial productos con más del 10 % de componentes estadounidenses. También legalizar la importación de productos fabricados en todo el mundo a partir de materias primas cubanas y consentir la venta a crédito de los no alimenticios a la Isla.
Solo hay cuatro sectores que Barack Obama no puede tocar sin la autorización del Congreso:
No puede autorizar el turismo ordinario a Cuba; no permitir que la Isla adquiera materias primas alimenticias en el mercado estadounidense a crédito; y no conceder a las filiales de las empresas estadounidenses ubicadas en el exterior que mantengan relaciones comerciales con la Isla. También existe la imposibilidad de realizar transacciones con propiedades norteamericanas nacionalizadas aquí.
Analistas cubanos y extranjeros, como el escritor, periodista y profesor universitario Salim Lamrani, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, han indicado que Obama puede evitar el obstáculo legislativo, ampliando la definición de las categorías de ciudadanos estadounidenses autorizados a viajar a Cuba. Hay actualmente 12 e incluyen, entre otros, a los viajes académicos, culturales, científicos, periodísticos, profesionales, educativos, etc. Podría ampliar la definición de viaje cultural a Cuba y decidir, por ejemplo, que todo ciudadano que se comprometiera a visitar un museo durante su estancia en la isla sería incluido en esta categoría.
Si el poder ejecutivo no puede autorizar la venta a crédito de alimentos a Cuba, Obama puede permitir que Cuba compre a crédito en el mercado estadounidense todo producto no alimenticio. El resto no tiene ningún efecto, pues si autoriza que las empresas estadounidenses instaladas en el territorio nacional tengan relaciones comerciales con Cuba, no sería necesario recurrir a las filiales.
De todas maneras, Obama ha demostrado lo torpe de la política norteamericana, al decir que apoya el fin del bloqueo, pero lo mantiene casi intacto.
En EE.UU. hay un sector reaccionario que nunca estará de acuerdo con aliviar la situación de Cuba. La economía de Estados Unidos se basa principalmente en apoderarse de los recursos de los demás países, por lo cual, ¿cómo funcionaría si hiciera comercios justos con otros países, si respetara los derechos naturales, que toda persona y país tiene, sin necesidad de que hayan leyes que los avalen?
Cuba tiene principios que se mantendrán inalterables y no hará concesiones en relación a la construcción de su socialismo. Ahí no hay apuesta que valga.

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