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Obama bajo presión para cambiar política hacia Cuba

19 de mayo de 2014

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Cada vez más personalidades y sectores de la sociedad estadounidense reclaman cambios en la política de bloqueo que práctica el gobierno de Barack Obama hacia Cuba, que concita críticas en todo el planeta y en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En los últimos días organizaciones religiosas se sumaron a la numerosa lista de agrupaciones y personalidades que exigen públicamente a Obama una rectificación en sus políticas hacia la isla.
Ahora fue divulgada una carta firmada por 44 ex altos funcionarios gubernamentales, partidarios de reformar el enfoque de la Casa Blanca hacia la mayor de las Antillas, lo cual fue calificado como “sin precedentes” por la agencia de noticias Reuters.
Llama la atención que entre los firmantes se cuentan el ex director nacional de inteligencia durante la administración de George W. Bush. Se trata nada menos que John Negroponte, quien en su momento fue una pieza clave del recrudecimiento del bloqueo contra Cuba.
Negroponte fue embajador de Estados Unidos en El Salvador durante la llamada guerra sucia de Washington en Centroamérica, y para nada puede ser tildado de simpatizante de Cuba. Se trata de todo un halcón, que al parecer se ha dado cuenta de que el bloqueo y las medidas de presión contra La Habana han resultado sonado fracaso.
Otro que estampó su firma fue el almirante retirado James Stavridis, quien ocupó la jefatura militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Según el documento dirigido a Obama, la Casa Blanca debería expandir los permisos de viaje para todos los estadounidenses que quieran visitar a la nación caribeña. También aboga por aumentar el respaldo a lo que llaman la sociedad civil en nuestro país, ya se sabe para qué motivaciones.
Pero igual insta al gobierno norteamericano a comprometerse en “discusiones serias” con la parte cubana sobre temas de seguridad, humanitarios, narcotráfico, migración y medio ambiente, entre otros.
Se trata sin dudas de la expresión más reciente de las presiones a la Casa Blanca para que enmiende sus vínculos con la pequeña ínsula, lo cual se corresponde con el deseo de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses, según las últimas encuestas.
Es llamativo que los signatarios de la carta no abogan por romper el círculo vicioso del bloqueo en el Congreso, lo cual resultaría un camino tortuoso para poder desenredar la madeja de disposiciones legislativas que dan forma a la política de aislamiento contra Cuba.
Sin embargo, estas personalidades de Estados Unidos enumeran disposiciones que consideran están en el ámbito y las prerrogativas del presidente, quien para su segundo mandato había prometido cambios en la política anticubana que tiene más de cinco décadas.
Se trataría de medidas que no requieren la aprobación del Congreso, donde el lobby de la contrarrevolución miamense aun conserva cuotas de poder para trabar cualquier alivio al bloqueo.
En la carta se considera cual “ventana de oportunidad” el proceso de actualización socioeconómico en Cuba. Sobre ello propone toda una serie de iniciativas para fomentar el sector privado en nuestro país, siempre con la intención de provocar el cambio de régimen que el bloqueo nunca pudo conseguir.
Claro que cualquiera de esas acciones tendrían primero que tener el beneplácito de la Casa Blanca y, de seguro, la arremetida de los sectores recalcitrantes de Miami, incluidos sus representantes y senadores.
Pero también tendrán que atenerse a las leyes cubanas, en particular a la nueva legislación que regula las inversiones extranjeras y que prioriza los verdaderos intereses de nuestro país.

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