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Nuevos horizontes para el Sur

16 de julio de 2014

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Los países del Sur, en muchos casos con abundantes riquezas y similar hambre, lejos de desgastarse en guerras y otros conflictos étnicos o religiosos, deben asumir posiciones flexibles y unitarias que los conviertan en poderosos instrumentos para enfrentarse a potencias económicas y militares foráneas, saqueadoras de sus recursos naturales.
Como aliciente aparecen mecanismos de unión, ejemplos muy palpables en América Latina con la CELAC, MERCOSUR, ALBA, CARICOM y UNASUR.
Dificultades hay y grandes, porque siglos de explotación y dominio colonial y neocolonial, no se revierten ni en un día ni en un año.
Dentro de este mayoritario grupo aparecen los llamados países emergentes, verdaderas potencias económicas que pueden, en su desarrollo, no solo mostrarse en lo que respecta a su capacidad económica y comercial, sino también como gran mecanismo para poner fin, poco a poco, a la hegemonía capitalista y depredadora de las naciones pobres.
En estas nuevas circunstancias nació el BRICS (integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que agrupa al 41,6% de la población mundial (2,998 millones de habitantes); tiene un Producto Interno Bruto de 15,8 billones de dólares (19,8 del total mundial); una capacidad actual de exportación de 3,19 billones de dólares y una de importación de 2,95 billones; con un comercio total de 6,14 billones de dólares (un 16,9 del porcentaje mundial).
Pero los países del BRICS necesitan de mecanismos propios que garanticen su soberanía financiera y su proyección hacia el futuro.
En tal caso, el paso dado hoy en la Cumbre que han celebrado en Brasil, de crear el Nuevo Banco de Desarrollo, es un claro mensaje a quienes, bajo el paraguas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, ambos bajo la égida de Estados Unidos, se sienten dueños del poder económico y financiero mundial y lo usan como mecanismo de presión política siempre que Washington así lo decida.
Por supuesto, esto que ocurre hoy es un primer paso. Será una institución financiera de gran importancia pero por el momento no podrá cambiar el sistema financiero mundial, que continuará bajo las mismas riendas y poderes propios de un mundo todavía gobernado por un sistema hegemónico.
Con un capital inicial de 50 000 millones de dólares, más otros   50 000 millones de reserva para contingencias, el Nuevo Banco de Desarrollo creado por los cinco países emergentes que componen el BRICS, impactará, sin lugar a dudas, en la política internacional y abrirá los ojos a otros estados del Sur, con menores posibilidades económicas, pero necesitados también de sacudirse del empolvado FMI con sus préstamos siempre subordinados a las llamadas reformas, que no son más que la eliminación de programas sociales.
Dada las necesidades de infraestructura de sus miembros, el Nuevo Banco de Desarrollo cubre una vía objetiva, clave para el éxito.
No hay dudas de que con el surgimiento y desarrollo del BRICS y la institución bancaria ahora nacida del mismo, más allá de que sean medidas para facilitar el comercio mutuo, sus acciones se hacen ciertamente cada vez más políticas, ya que no solo despliegan su poder económico sino que también dan pasos concretos que llevan a un mundo multipolar.
Se abren entonces, y para beneficio de la mayor parte de la humanidad, nuevos horizontes para el Sur en un mundo que necesita dejar de depender de instituciones al servicio de Washington como el FMI y el Banco Mundial.

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