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Notas colombianas (II)

21 de junio de 2018

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Los resultados electorales de Colombia el pasado domingo 17 en su segunda vuelta, me animan a complementar las notas colombianas anteriores –al concluir la primera vuelta– y hacer llegar a los lectores algunas apreciaciones preliminares sobre lo sucedido hasta el momento.

1.- Todos concuerdan en que el avance electoral de las fuerzas de izquierda y centroizquierda, representadas por Gustavo Petro, fue espectacular y no tiene precedentes en la larga historia política de Colombia, caracterizada por los enfrentamientos entre los representantes de la rancia oligarquía y las clases dominantes. –generalmente entre liberales y conservadores– que finalmente llegaban a algún tipo de arreglo para salvar al sistema. Una recordada excepción fue el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, que se alineó exageradamente con las clases populares y fue asesinado antes de que pudiera llegar a la presidencia del país en 1948.

2.- Expresado en cifras, el salto de la candidatura de Petro es abrumador, pues en solo dos semanas de diferencia con la primera vuelta logró doblar la votación de cuatro millones a más de ocho millones de votantes, mientras que el rival derechista Iván Duque, con todo el apoyo de la maquinaria oligárquica tradicional de la política colombiana más los principales medios de comunicación, logró acumular solo dos millones más. Un dato curioso: Petro sacó más votos que el saliente presidente Santos cuando ganó los comicios anteriores.

3.- El fin del bipartidismo colombiano, que venía incubándose, se confirmó notoriamente. La elevada concurrencia a las urnas esta vez, en un país habitualmente abstencionista, confirma también los deseos de cambio y el alto grado de politización adquirido por amplios sectores de la población, que antes miraban con indiferencia y sin esperanzas los trajines electorales.

4.- El debate actual y las múltiples interrogantes hacia el futuro se basan ahora en dos cuestiones principales: ¿Podrá Iván Duque, con el apoyo de su padrino Álvaro Uribe, ignorar la toma de posición de los más de ocho millones de colombianos rechazando su prédica guerrerista y antipopular que indudablemente se convertirá en más represión, más desigualdad, miseria, saqueo de los recursos naturales y sujeción a Estados Unidos? ¿Podrá Gustavo Petro mantener unida y actuante la formidable fuerza que lo catapultó hasta colocarlo a la cabeza de las corrientes diversas que pugnan por el cambio y por el surgimiento de una nueva Colombia?

5.- Todo indica, sin embargo, que los acuerdos de paz serán la clave y estarán en el centro de la lucha política e ideológica. Los avances logrados en el difícil y azaroso camino hacia los acuerdos de paz –lleno de complejidades e incluso de posibles trampas– explican en buena medida lo ocurrido el 17 de junio, cuando Colombia entró en una etapa de su historia tan nueva como impredecible y donde el curso de los acuerdos de paz podrá decir la última palabra.

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