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No todo lo que brilla…

5 de octubre de 2013

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En cuanto a los resultados de las recientes elecciones alemanas, que mostraron en los primeros momentos un espectacular e histórico triunfo de la Coalición Gubernamental Cristiano demócrata (CDU) Social Cristiana (CSU) sobre sus adversarios -en especial los socialdemócratas (SPD)-, las cosas comienzan a aclararse y, a la vez, a complicarse con vistas a la eventual formación del nuevo gobierno que deberá regir los destinos del importante país europeo, tan pronto logre constituirse.

Sabido es que los partidos que apoyan a la canciller Angela Merkel no alcanzaron la mayoría absoluta que necesitaban para poder gobernar en solitario; se impuso otra vez para ellos el hecho de tener que hacerlo en coalición, como forma de obtener en el Parlamento el número de votos requeridos para la integración de ese nuevo gobierno.

Teniendo como telón de fondo la crítica y complicada situación europea -sin salida visible y próxima por ahora-, y la propia situación interna de Alemania, que sigue con las cifras más favorables a costa de sus vecinos y no puede ceder en cuanto a sus puntos programáticos fundamentales como son los asuntos económicos, el mercado laboral, la estabilidad del euro y la subida de impuestos.

Por su parte, para el SPD no es menos difícil la disyuntiva en cuanto a integrar nuevamente o no la llamada “gran coalición”, como ocurrió en mandatos anteriores, pues ahora la situación se presenta más polarizada y aguda en cuanto a las contradicciones persistentes en el campo económico y, no en último lugar, habría una fuerte discusión en cuanto al reparto de los cargos ministeriales, de los cuales el SPD ya ha dicho que reclamaría seis o siete, excluyendo al intocable ministro de finanzas, Wolfang Schouble.

El nuevo líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, anunció la posibilidad de un plebiscito interno que deberá ratificar los resultados de las negociaciones y la integración de la “gran coalición”, donde iría como socio menor pero que, por otra parte, le brindaría algunos alicientes y la oportunidad limitada de aplicar algunas de sus políticas.

En cuanto a Angela Merkel, le quedarían al menos dos opciones en caso de fracasar las difíciles negociaciones con el SPD: buscar otra coalición, menos probable, con Los Verdes o convocar a nuevas elecciones en busca de los ansiados cinco escaños que le faltan para obtener la mayoría absoluta en el Parlamento y así formar gobierno en solitario.

Como se aprecia, a pesar de la rotunda victoria del 22 de septiembre, la situación política alemana, aun no se esclarece lo suficiente como para facilitar la integración a corto plazo de ese gobierno renovado, pero con la misma línea y los mismos contenidos -encabezado también por Angela Merkel-, que pueda seguir conduciendo a la tan mentada locomotora de la economía europea, a través del dificilísimo recorrido marcado por la austeridad, los reajustes y los recortes de todo tipo ejercidos sobre los socios más menesterosos de la Eurozona.

No es oro todo lo que brilla…

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