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¿No les importa? ¡Sí les importa!

29 de agosto de 2013

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Voceros oficiales británicos tratan de restar importancia a los vínculos del Foreign Office con las agencias de seguridad norteamericanas y su papel de “su seguro servidor” en relación con Estados Unidos respecto al espionaje masivo en todo el planeta revelado por el estadounidense Edward Snowden.
Es más, ambas naciones comparten responsabilidades en torno al desaguisado escándalo del espionaje, aunque Londres intenta ahora, subrayo, de no dar mucho vuelo a la propaganda al efecto. En este sentido, más de un reportaje y encuestas vinculados al punto de vista oficial tratan de hacer ver que la propia sociedad británica sabe que es espiada en todas partes, en cada esquina, vivienda, telefónicamente, etcétera, pero que no les importa, porque al final conceden que es para su propia seguridad.
Pero ello está en contradicción con lo que sucede con los documentos que Snowden hizo llegar a The Guardian y este comenzó a publicar, porque ahí se hizo presente todo el mundo de la represión, desde el Premier hasta la gendarmería (utilizando términos franceses), para evitar que se siguieran dando a conocer los entuertos utilizados por el Imperio para evitar que algo que crea importante se le escape de la mano.
Aunque aún no se conoce con exactitud los detalles, The Guardian se ha visto obligado a entregar discos duros de las revelaciones de Snowden a la oficina del premierato, revelando que sí les importa que la verdad sea conocida, para evitar poner en aprieto al socio mayor estadounidense, su gran aliado en los sucios manejos contra los pueblos.
No hace mucho, recordaba en esta página web las palabras del analista Daniel Estulin acerca del objetivo de EE.UU. en relación al caso Snowden: “… el enemigo no son futuros Bin Laden o Ghadaffi, nunca lo fueron. El enemigo somos todos nosotros, tanto en los aeropuertos, como en las fronteras o en las esquinas de alguna calle. A partir de ahora nos explorará la mente una nueva y asombrosa tecnología desarrollada por la Sección de Factores Humanos de la Dirección de Ciencia y Tecnología del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. y ese es el objetivo final de lo que estamos viendo ahora mismo”. Agréguese Gran Bretaña a continuación de Estados Unidos y tendrá una ecuación más exacta.
Para que vean que es así, debemos saber que nunca los servicios de inteligencia británicos han estado detrás de los estadounidenses, y menos ahora, cuando buena parte de los cables de fibra óptica por los que discurren las comunicaciones globales pasan por el Reino Unido. El especialista argentino Roberto Montoya escri8be que el denominado Proyecto Tempora, orgullo de la inteligencia británica, está en funcionamiento desde inicios del 2012 y, según Snowden, con este se han pinchado 200 canales de fibra óptica, pudiendo procesar 46 de ellos simultáneamente.
Tempora pincha correos electrónicos, la navegación de cualquier usuario de Facebook, Twitter u otras redes sociales y grandes servidores y sus llamadas telefónicas. Al menos 300 espías británicos y 250 estadounidenses supervisan el trabajo de los ordenadores en turno de día y noche. La información es mantenida durante un mes, mientras pasa todos los filtros, y se va descartando lo que consideran inservible.
Esto no es la primera vez que se dice, pero es sintomático que la cooperación de las principales entidades de los dos “buenos amigos”- la Agencia Británica de Comunicaciones Gubernamentales y la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad- cuenta con más de 300 000 empleados en todo el mundo y fue creada en 1952 bajo la administración de Harry S. Truman, el presidente norteamericano quien dio las órdenes para los injustificados y archicriminales ataques atómicos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
También llama la atención que el primer ministro británico, David Cameron, fue el único gobernante de los países europeos espiados por Estados Unidos -como demostró Snowden en las páginas de The Guardian- que declaró que las escuchas eran “legales”, tanto en la Cumbre del G-20 celebrada en Londres ,como en cualquier otra de esa índole, porque estaban amparadas por una ley de 1994, “que antepone los intereses británicos sean estos del tipo que sean a cualquier norma de conducta de la diplomacia internacional”.
Y todo dicho con un estilo calmado, del que quiere eliminar la gravedad del asunto, muy por el contrario de las amenazas a The Guardian o cualquier otro órgano de prensa que trate de decir la verdad.

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