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No hay peor cuña…

18 de marzo de 2014

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Se dice que no hay peor cuña que la del mismo palo. Tal afirmación se está corroborando con motivo de la denuncia pública realizada nada menos que por la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos, la senadora demócrata Dianne Feinstein, que ha acusado de mentir y robar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de su propio país, una acusación que no por reiterada y generalizada en el mundo cobra, -en este caso,- especial y grave significación.

La acusadora, obviamente, es alguien con acceso a las manipulaciones más secretas del espionaje yanqui y ha defendido hasta ahora el supuesto derecho de los servicios de inteligencia estadounidense, rebatiendo las denuncias y revelaciones más recientes emitidas por la red Wikileaks, Julian Assange,. Bradley Manning y los contundentes alegatos del ex agente Edward Snowden.

No se trata, en esta ocasión, de una denuncia cualquiera ni de acusaciones coyunturales como consecuencia de temporales diferencias de intereses partidistas o económicos, como suele suceder en el Congreso de Estados Unidos. Esta vez, la senadora Feinstein ha ido contra el meollo mismo de uno de los bastiones esenciales del sistema imperial, al cual los políticos han tolerado habitualmente sus crímenes y fechorías bajo los más burdos pretextos de “seguridad nacional”.

No en balde el ex agente Snowden, desde su refugio ruso, ha dicho a la cadena NBC que la senadora muestra una “doble moral”, pues mientras que ahora acusa a la CIA por violaciones que le atañen, no lo ha hecho cuando “los derechos de millones de ciudadanos ordinarios son violados por nuestros espías”

Lo cierto es que la CIA no parece dispuesta a aceptar la investigación que lleva a cabo el Comité senatorial encabezado por Feinstein, encaminado a develar las prácticas de torturas realizadas por ese servicio durante los interrogatorios hechos con posterioridad a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y que a estas alturas ya son de público conocimiento, denunciados incluso por numerosas víctimas sobrevivientes e inocentes.

La senadora, por su parte, ha hecho estallar una verdadera bomba cuando ha acusado a la CIA de interferir suciamente en la citada investigación mediante el robo de documentos, monitoreo de computadoras, amenazas e intimidación al personal administrativo del Comité de Inteligencia, insinuando una acción criminal contra estos funcionarios por “manejo irregular de documentos secretos”.

Es conocido que en Estados Unidos aún rige,- al menos teóricamente,- un decreto presidencial que prohíbe a la CIA realizar registros y vigilancia doméstica, o sea, dentro del propio país, lo cual corresponde a otros servicios de seguridad interior. Esta violación es también denunciada por la senadora Feinstein.
En fin, la legisladora ha advertido que se está en “un momento decisivo” al respecto y que de sus conclusiones mucho dependerá si realmente el Congreso, -como dice la Constitución,- tiene la capacidad de monitorear e investigar de forma efectiva las múltiples actividades que realiza por doquier esta nación-espía por excelencia y no las detiene ni ante amigos ni aliados-

Ahora sabemos que tampoco se detiene ante el Senado de Estados Unidos.

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