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Niños… pobres niños

10 de agosto de 2015

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¿Cómo definir la situación de millones de niños que en este mundo trabajan en condiciones difíciles aunque las leyes de sus países prohíban que así sea?
El hecho se torna cada vez más difícil de entender, cuando se sabe que un menor de edad explotado laboralmente, es un futuro hombre de bien que se frustra, por cuanto no estudia ni crece armónicamente de acuerdo a sus edades.
Al respecto he leído por estos días un artículo del diario español “El País”, fechado en Dacca, capital de Bangladesh, que presenta el panorama sombrío de unos 8 millones de menores de edad que realizan jornadas completas de trabajo, sin días de descanso y en condiciones infrahumanas.
En esa nación asiática de 156,5 millones de habitantes, un 43,25% vive en condiciones de extrema pobreza, siendo los niños los más afectados por representar un 40% de la población.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay 168 millones de menores víctimas del trabajo infantil en el mundo.
El caso de Bangladesh es de los más alarmantes porque las mismas fuentes informan que un total de 1,3 millones de niños trabajan 43 horas o más a la semana, mientras que, según la UNICEF, cuatro millones —un 23%— de menores entre 6 y 10 años de edad no asisten a la escuela.
Esa cifra, según la misma fuente, responde a chicos de hogares muy pobres, por lo que aumenta con los años, ya que de los que estudian, una gran cantidad abandona la escuela para hacer algún tipo de trabajo que les permita vivir. De esa forma, un 49% de los menores, cuando cumplen los 14 años, no reciben ningún tipo de formación escolar o técnica.
Pero la situación descrita no es patrimonio exclusivo de esa nación asiática. Más bien se presenta como un botón de muestra de un mundo cada vez más desigual e injusto.
El sufrimiento de los niños se ve claramente cuando son involucrados en guerras y se les usa como soldados. En algunos países africanos esa realidad todavía es actual.
Los números hablan por sí solos: más de 300 000 niños y niñas soldados sufren explotación en conflictos armados, señala dicha organización de la ONU, citada por la agencia IPS.
Acudo a las estadísticas oficiales y veo que, según un informe de las Naciones Unidas cada 15 segundos muere de hambre un niño en el mundo.
El dato es alarmante, y no solo es parte de la situación en naciones pobres, del llamado Tercer Mundo.
En Estados Unidos, la potencia económica mayor del planeta, hay 16,7 millones de menores de edad que viven en hogares con “inseguridad alimentaria”, siendo los estados más afectados el Distrito de Columbia, Oregón, Arizona, Nuevo México y Florida, según registros de Feeding America.
Un artículo de la Junta Editorial del Miami Herald, publicado recientemente, refiere que el problema de los desamparados en la ciudad de Miami se agrava y los niños los más afectados.
Casi todas las noches, hay unos 250 niños durmiendo en albergues en Miami con sus padres, también desamparados, se asegura.
La agencia Europa-Press, refiere que según estadísticas publicadas por la Unicef, en Estados Unidos hay un 23,1% de pobreza infantil.
Todo lo anterior —y mucho más que no cabría en un artículo por extenso que fuera— es la cruda realidad de un mundo donde los niños… los pobres niños y niñas, siguen siendo las víctimas principales.

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