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Niños en la Corte

12 de julio de 2018

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¿Quién lo iba a pensar? ¿Cómo hacer creíble que el Siglo XXI nos deparara tantas sorpresas, negativas en su mayoría, como conocer que en Estados Unidos, los niños inmigrantes de tres y cinco años, son citados a la Corte para ser interrogados por un juez?

Esa sola noticia es suficiente para constatar que estamos en presencia de un sistema vencido, dentro de una sociedad dominada por los apetitos materiales que parece olvidar al ser humano.

Resulta que una cifra de más de cien niños menores de cinco años fueron apartados de sus padres cuando estos trataban de inmigrar hacia el rico país del Norte, luego de ser avasallados por la violencia, el hambre y la desesperanza en alguna que otra nación centroamericana.

Una política de “tolerancia cero”, inventada y aplicada por el presidente Donald Trump, ha hecho aparecer en el universo de nuestro planeta los más aberrantes conceptos de ley, en los que solo importa aquello de “Estados Unidos primero”, incluyendo cuando se trata de distinguir entre seres humanos.

Los propios abogados estadounidenses de inmigración, han descrito cómo los menores se suben a los escritorios de las cortes, toman leche en biberón y lloran durante las audiencias a las que deben asistir obligatoriamente, refiere BBC Mundo.

Y agrega la propia agencia, letrados y jueces de inmigración han calificado las audiencias judiciales a estos niños como “vergonzosas” y han explicado como los pequeños a menudo son incapaces de completar una oración.

En mi opinión –y no soy jurista– se trata de una cruel tortura, en este caso contra niños, tal y como los propios gobiernos de Estados Unidos han hecho contra personas adultas en sus cárceles secretas “inventadas” tras la declarada “lucha contra el terrorismo”, identificados solo por las facciones árabes y las minorías afro descendientes, sin que tengan causa alguna para ser tildados de terroristas.

Los niños inmigrantes separados de sus padres por obra y gracia del señor Trump, cuentan por cientos o miles y en los casos de referencia llevan hasta cuatro meses deambulando solos por un territorio que no conocen y sin saber donde están sus progenitores.

Algo similar ocurre a padres y madres, que no conocen el paradero de sus menores arrebatados de sus brazos en uno de los cruces de la frontera sur estadounidense.

No creo que se conozca en el mundo –ni en la actualidad ni antes– país alguno, por rico o pobre que sea, donde niños de tres y cinco años tengan que acudir a la Corte para ser interrogados y procesados por jueces.

En estos procesos, por tratarse de casos civiles, los niños no tienen derecho a un abogado de oficio, en una situación que activistas han denunciado como “absurda e injusta”, comenta la agencia de prensa.

Lo real es que las autoridades tenían un plazo hasta este martes 11 de julio para reunificar a los niños con sus familiares, según había ordenado un juez federal hace dos semanas.

Pero también es real que la decisión no se cumplió en el tiempo previsto y los niños siguen separados de sus padres y clamando por ellos.

La propia BBC Mundo señala que la política migratoria de “tolerancia cero” de Donald Trump separó a más de 2 300 niños de sus padres tras cruzar la frontera entre abril y junio de este año.

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