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Ni tulipanes, ni mantequilla: ¡derecha!

17 de marzo de 2017

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Conocida como la tierra de los tulipanes, para mi de la mejor mantequilla del mundo, esta bella tierra y escenario de cuentos de hada denominada Holanda (Netherlands, Países Bajos), sigue inclinándose mayoritariamente a la derecha, como acaba de demostrar en sus más recientes comicios parlamentarios en los que, por primera vez, la ultraderecha amenazó con escalar la cima.

Luego del referéndum que aprobó el Brexit en el Reino Unido y de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, el año pasado, las elecciones en Holanda eran consideradas un termómetro de la fuerza del populismo en el continente, antes de los cruciales comicios de este año en Francia y Alemania, tras verse fortalecida en Italia y amenazar seriamente en Austria.

Fue por eso que expresiones de júbilo se produjeran en los círculos gobernantes de varios países de la Unión Europea (UE), cuando el primer ministro Mark Rutte y sus liberales de derecha del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) obtuvieron 31 de los 150 escaños del Parlamento, 10 menos que en los anteriores comicios del 2012.

De todas maneras, la ultraderecha, agrupada en el Partido por la Libertad (PVV), escaló la segunda posición, elevó sus escaños de 15 a 20 y movió a todo un país a una votación nutrida (81%).

Su fundador, Gert Wilders, tiene como principal propuesta la “desislamización” de Holanda. Había prometido cerrar las fronteras a los inmigrantes musulmanes, clausurar mezquitas, prohibir las ventas del Corán –el libro sagrado islámico–, y abandonar la UE y el euro, si su partido resultaba el más votado.

Pese a todo, Wilders, en una combativa primera reacción, advirtió: “Rutte no se ha librado en absoluto de mí todavía”, y agradeció a sus votantes: “¡Hemos ganado más asientos! ¡La primera victoria ha sido lograda!”.

Pero aún perdiendo, algunas de sus reaccionarias ideas han calado en partidos y población que se opusieron electoralmente a ese político de 53 años, poseedor de gran carisma, y que ya tenía popularidad gracias a su oposición a los ajustes aplicados por Rutte por dictado de la UE y al recelo a los musulmanes entre muchos holandeses.

Wilders dice que seguirá adelante con su “primavera patriótica”, y sugiere que le gustaría participar en el próximo gabinete. “Nos ha votado más de un millón de personas. Me considero uno de los ganadores, aunque hubiera preferido arrasar, desde luego. Creo que puedo participar en esas negociaciones. Si no me convocan, seremos una oposición fuerte”, apuntó.

Con una proyección de 19 asientos, la agrupación liberal de centro derecha Demócratas 66 y el partido de derecha Llamada Democristiana (CDA) obtuvieron respectivamente siete y seis escaños más que en los comicios de septiembre del 2012, por lo cual el espectro de derecha cubre la mayor parte del panorama parlamentario

El partido de mejor desempeño relativo fue el de los verdes de GroenLinks (Izquierda Verde), la coalición izquierdista del líder Jesse Klaver, la revelación de la campaña, que obtendría 16 bancas, 12 más, pero la decepción fue el centroizquierdista y socialdemócrata PvdA, que gobernó la última legislatura en coalición con el VVD de Rutte, con solo nueve escaños, luego de perder 29 bancas en uno de los peores resultados en muchos años.

El Parlamento holandés tiene 150 diputados y, para gobernar, se requiere un mínimo de 76 escaños, por lo cual el ganador Rutte tendrá que acudir a por lo menos otras tres agrupaciones, y nada extraño es que llame a Wilders, porque, en definitiva, sus ideas son semejantes, con matices, por supuesto, todo bien alejado de los cuentos de hada, los tulipanes y la sabrosa mantequilla.

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