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Ni Trump ni Clinton, nadie

27 de octubre de 2016

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Conversando con un amigo cubano que desde antes del triunfo de la Revolución marchó a Estados Unidos, decíame que, como ciudadano estadounidense nunca ha votado en elección alguna, y mucho menos lo hará en la venidera.
“La mayoría de los candidatos del Partido Demócrata y el Partido Republicanoa la Presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes tienen sus campañas políticas subvencionadas por el dinero de Wall Street, por el dinero de los grandes bancos estadounidenses, por el dinero de las grandes empresas y organizaciones tales como The American Israel Public Affairs Committee, el AIPAC (el Comité de Asuntos públicos Estados Unidos-Israel), y otras”, explicó, para subrayar:“Así, desde el punto de vista objetivo, casi todos los funcionarios del gobierno de Estados Unidos están al servicio de los intereses del gran capital que financian sus elecciones”.
Lo que dice mi migo es cierto, pero, no obstante, quizás envuelto por ese show mediático electoral, pensamos que uno es mejor que el orto, cuando lo más probable cuando en realdad uno es malo y el otro puede ser peor, pero de bueno, nada.
Y es porque hay que reconocer que la corrupción es la realidad inexorable del sistema capitalista y se ha hecho “recordista” en la atapa neolberal, tanto en las clases dominantes, como en los partidos políticos del sistema capitalista, aunque a veces no lo mencionemos.
Cuba fue un ejemplo de ello, y en esa parafernalia política corrupta –finalizada con el triunfo de la Revolución– apenas sobresalen nombres de incorruptibles, como Supervielle, quien fuera alcalde de la capital y se suicidó; Anselmo San Gabino, quien ocupó igual cargo durante ocho años en Jatibonico; el líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) Eduardo Chibás también suicida, y otros pocos.
Veamos otro ejemplo, pero actual: en la España de hoy, el rey Juan Carlos de Borbón, su familia real, sus instituciones franquistas, su iglesia católica, sus partidos políticos tradicionales, (como el Partido Popular, el Partido Socialista Obrero Español, y otros) han sido denunciados sistemáticamente por estar involucrados en escándalos de corrupción masiva, pero siguen viviendo en la misma impunidad de siempre.
Pero llegamos a la tierra del Gran Ladrón: Estados Unidos, uno de los extraordinarios ejemplos del sistema de corrupción y corruptor que modela el mundo contemporáneo. Es actualmente uno de los países donde hay uno de los mayores niveles del mal en todo el mundo. Y, sin embargo, lo medios corporativos, las instituciones tradicionales y las autoridades gubernamentales no permiten que la mayoría del pueblo estadounidense tome consciencia de lo que está pasando, por lo que seguirá promocionando la mitología que “EE.UU. es la mayor democracia del mundo”, o“es el país que más respeta los derechos humanos de los individuos”.
En el artículo del periodista David DeGraw titulado, “The Wall Street’s Pentagon Papers: Biggest Financial Scam In World History”, se demuestra que el banco central de Estados Unidos (la Reserva Federal, FED) realizó un “backdoor bailout” (rescate secreto) con el dinero de los impuestos de los contribuyentes estadounidenses, a un pequeño grupo de banqueros. Todo es cierto, pero nadie tiene allí potestad para juzgarlo.
Este gigantesco fraude ya fue señalado anteriormente por el senador Bernie Sanders, ex candidato a la presidencia de los Estados Unidos. En diciembre del 2012, Sanders denunció a la FED y su presidente, Ben Bernanke, al Senado de Estados Unidos, pero nada ocurrió.
No se puede esperar mucho de un sistema donde e1% más rico del mundo tiene 50% de la riqueza planetaria, según las proyecciones para el año 2016 de un estudio publicado por Oxford Committee for Famine Relief, Oxfam (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre), una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo eliminar la pobreza en el mundo
Pero sin lucha social, no se podrá lograr.

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