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Ni mucho ni poco

22 de febrero de 2016

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Cuando una colega cubana reportaba por Telesur la permanencia del Papa en México y se refería a que algunos estaban insatisfechos, porque Francisco no abordó diversos temas puntuales, como asesinatos colectivos que permanecían sin ser debidamente aclarados y sus culpables castigados, pensaba que no se era justo con el pontífice, quien antes de llegar a la nación norteamericana ya se había referido en múltiples ocasiones al drama en que el mexicano se ha visto obligado a vivir.
Drama que resumió con dos palabras exactas y en las que debían haber respondido tanto las anteriores como las actuales autoridades del país: impunidad y corrupción.
Hablar de los detalles de la visita sería llover sobre lo mojado, porque el lector está seguramente bien informado, así como de los discursos de Francisco en cada ocasión, descollando el dirigido a reclusos y autoridades penitenciarias en el Cereso, en Ciudad Juárez, que tuvo como calificativo el de ser denominada en el 2010 la Ciudad del Crimen, paso obligado de miles de toneladas de drogas provenientes de los cárteles locales del narcotráfico hacia Estados Unidos.
Descuella el emplazamiento directo del Papa a las autoridades a que no permanezcan con los brazos cruzados, y emprendan desde abajo la educación de cada mexicano, lo que recuerda aquella frase de nuestro José de la Luz y Caballero, “Don Pepe”: “La educación nace en la cuna y termina en la tumba”.
Pudiéramos hablar de las bondades de la educación en Cuba, país bloqueado, con grandes carencias e incomprensiones, pero estamos escribiendo sobre Francisco, un Papa con hidalguía, que, como se dice vulgarmente le “canta las cuarentas a cualquiera”, claro que con respeto y humildad dentro de la firmeza.
Por eso no se es justo cuando se dice que “pudiera haber hecho más”. Nadie recuerda un Papa tan ligado a los problemas actuales del mundo, particularmente a los desheredados de siempre; con la paz como divisa, y precisando la necesidad de que se mire hacia dentro cuando se luche contra la impunidad y la corrupción.
Mientras en México aun se sigue asesinando, incluidos cerca de dos centenares de frailes en los últimos tiempos, en otra nación norteamericana, más septentrional, Estados Unidos, la campaña electoral para la presidencia envuelve a candidatos, principalmente republicanos, que utilizan los servicios de religiosos para afincarse en sus ambiciones de llegar al poder y controlar, al menos, la Casa Blanca.
Así, nos enteramos por el acucioso diplomático Ramón Sánchez-Parodi Montoto, en el diario Granma, que el candidato republicano de origen cubano Teo Cruz, ha alistado a 300 pastores evangélicos para cubrir su campaña en los 46 condados del estado de Carolina del Sur. Y esto es una pequeña muestra de como se emplean las creencias para hacer entuertos, no para deshacerlos, como debiera ser.
Ahí se puede constatar la tremenda diferencia con un Papa que estuvo exacto, muy exacto en México, en favor de su pueblo.

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