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Neoliberalismo y “democracia”

25 de octubre de 2019

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Los gobiernos latinoamericanos ubicados dentro del área de la llamada “democracia representativa” y alineados con la política exterior del gobierno imperialista de Estados Unidos han entrado en profunda crisis y buscan desesperadamente cómo salir de ella a cualquier precio.

Algunos –los más amenazados– ofrecen hipócritamente supuestas soluciones o interminables negociaciones en busca de desactivar la bomba social que finalmente les ha estallado, combinándolo con los más brutales actos de represión y crimen.

Cuentan, por supuesto, con el apoyo de la agonizante Administración Trump, la desprestigiada e inútil OEA y el vergonzoso Grupo de Lima, recién aparecido con pretensiones de ir más allá del marco de Venezuela para el que fue creado y en busca de consolidar su presencia como un organismo latinoamericano servil y abyecto.

La imposición a sangre y fuego de las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el alineamiento tras la Doctrina Monroe reactualizada por Washington forman el programa común de estos regímenes neoliberales que hoy enfrentan, de una forma u otra, la rebelión de sus pueblos desde las bases, como consecuencia de las explosiones sociales motivadas precisamente por las mencionadas recetas del FMI y todo lo que ellas conllevan en los más diversos planos.

La entrega bochornosa al FMI y al imperialismo norteamericano es el verdadero telón de fondo de la actual insurgencia social en esos países de América Latina y el Caribe, que no es tan espontánea como parece y expresa un hartazgo ya incontenible que muchas mentes lúcidas del continente habían presagiado.

Creídos de su propia gran mentira sobre el llamado “fin del ciclo progresista”, los neoliberales se envalentonaron, alentados por sus amos yanquis y las oligarquías locales –incluidos los consorcios y medios de comunicación a su servicio– y apretaron sin piedad la tuerca de la explotación y el saqueo.

Desigualdad sin precedentes, corrupción de las élites, miseria, hambre, enfermedades, desempleo y desesperación de las amplias masas –abarcando sectores de las clases medias expoliadas– forjaron el cuadro de frustración y desengaño que forzosamente irá estallando uno por uno y desnudará definitivamente la esencia de la “democracia representativa” made in USA.

La contradicción, por tanto, es evidente e insalvable: para imponer las recetas del FMI hay que barrer con lo poco que pueda quedar de “democracia representativa” y enfrentarse a los pueblos que resisten y se rebelan. Hay que reprimirlos, como está sucediendo, con brutalidad y violencia, siguiendo el ejemplo del pinochetismo chileno.

Los sucesos recientes han puesto de manifiesto la imposible convivencia entre el neoliberalismo y la democracia verdadera.

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