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Narendra Modi, ¿servidor público?

29 de agosto de 2014

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Muchos consideraron que la clara y amplia victoria del Bharatiya Janata Party (BJP) en las más recientes elecciones generales de la India era un viraje a la derecha, pero fue realmente el cumplimiento del anhelo popular de renovación, en respuesta al fracaso de la gestión del hasta entonces gobernante Partido del Congreso, sobretodo en el curso de los últimos dos años, cuando los problemas de la crisis económica mundial fueron agravados por la corrupción y el aumento de la ya enorme desigualdad.
Muchos partidarios del Congreso ejercieron un voto de castigo contra su formación luego de la desaceleración de la economía, por la crisis mundial, que ha pasado de crecer de más del 8% al 5% en los últimos años, así como una serie de escándalos que han golpeado al Gobierno.
En tanto el Partido del Congreso perdía prestigio, una coalición liderada por el BJP  sumaba  votos para el nacionalismo, encabezado  por Narendra Modi, quien ha gobernado el estado de Gujarat desde el 2001 con buenos resultados económicos.
Modi, no obstante, es el líder político más polémico de los últimos años, y se le acusa de hacer poco para evitar batallas comunales que desencadenaron una matanza de musulmanes en la ciudad de Ahmadabad en el 2002, aunque nunca ha sido condenado.
Además en la recién campaña electoral, fueron muertos otros 400 islámicos, acción achacada a simpatizantes del Bharatiya. A ello ayudaron temperaturas de más de 46 grados centígrado, que se hacen sentir más, cuando la situación es volátil.
En comentario anterior, señalábamos que, Independientemente de que se avizoraba la derrota del Partido del Congreso, nadie sabía lo que iba a pasar, porque en política no hay nada escrito, y menos en la India, donde hay que tener en cuenta muchos factores, como la nominalmente prohibida división de casta, la clase social, la religión y la diferencia entre ciudades y áreas rurales. Además estaban los 100 millones de nuevos votantes.
Precisamente la inmensa mayoría de los nuevos electores votaron por Modi, ya apoyado en general por una clase media harta de las promesas incumplidas del Partido del Congreso, que relegaron los supuestos deméritos del ahora Premier, a quien los comunistas indios calificaron repetidamente de nazi.
Sin embargo, Narendra Modi ha llamado a todos los sectores a cooperar, e incluso desde puestos de algún nivel, ofreciendo la paz a los diversos sectores comunistas.
En un lenguaje nuevo postelectoral, alentó a la ciudadanía a levantarse por encima de las diferencias religiosas o de castas para construir una nueva India enfocada en la paz y el desarrollo.
De alguna manera, el anterior accionar de Modi le valió las antipatías de Estados Unidos y de otros países occidentales, principalmente desde que anunció un plan de inclusión financiera que permita a los pobres abrir cuentas bancarias.
Precisamente, uno de los más graves problemas a resolver en la India es la violencia fundada en religiones o castas, que obstaculiza el progreso del país.
Ni revanchismo ni deseos de venganza fueron los aspectos más sobresalientes que hacen que cualquier observador objetivo sienta algún optimismo ante la posibilidad de que el nuevo gobierno cumpla consecuentemente con lo que se propone.
“No hablo como Primer Ministro, sino como un servidor público”, aseguró el flamante primer ministro, quien dice proponerse una mejor educación en los hogares y eliminar los abusos sexuales contra las mujeres, así como acabar de una vez y por toda con la pobreza muy remarcada en esta superpoblada nación.
Apoyo popular cuenta con ello, así como una buena posición en el ámbito internacional para mejorar el desarrollo y las finanzas, con el respaldo de los otros integrantes del grupo BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) y una política basada en la paz, con el fin de borrar las diferencias con Paquistán.

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