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Naciones Unidas a prueba otra vez

27 de marzo de 2019

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El gobierno imperialista de Estados Unidos pone a prueba una vez más a la Organización de Naciones Unidas desafiando e incumpliendo su Carta y sus resoluciones –sean de la Asamblea General o del Consejo de Seguridad donde los propios Estados Unidos son miembro permanente con derecho a veto– y evidencia con toda intención el desprecio y la prepotencia contra el organismo mundial y hacia el resto de los países del planeta, incluidos sus socios y aliados.

En este caso, la actual Administración Trump se da el lujo de incumplir de manera flagrante la Resolución 497 del Consejo de Seguridad del 17 de diciembre de 1981 en su sesión 2319, aprobada de manera unánime con el voto incluso del gobierno estadounidense de entonces (Administración Reagan) estableciendo la nulidad y carencia de valor alguno a la decisión israelí de ocupar las Alturas del Golán en territorio sirio, que le fueran arrebatadas a este país árabe durante la “guerra de los seis días” en 1967.

Desde esa fecha, un área de 1 200 Kilómetros cuadrados del Golán se encuentran ocupados militarmente por Israel, que siempre ha aspirado a anexarse definitivamente ese territorio de ubicación estratégica para sus planes de agresión por cuanto limita simultáneamente con Líbano, Jordania y Siria, muy cerca de la capital Damasco.

No es la primera vez que la actual Administración yanqui desconoce resoluciones previamente adoptadas por Naciones Unidas en cuanto a la situación del Medio Oriente y la expansión israelí en esa región.

Ya lo había hecho respecto a las resoluciones de la Asamblea General referentes al estatus de Jerusalén. Son la 181 del 29 de noviembre de 1947 y la 303 del 9 de diciembre de 1949, que establecen un régimen internacional especial para la ciudad de Jerusalén, que sería administrado por Naciones Unidas.

Al reconocer a Jerusalén como capital israelí y trasladar a esa ciudad la Embajada de Estados Unidos –hasta ahora establecida en Tel Aviv– el régimen trumpiano hizo trizas a toda la legislación internacional emanada por Naciones Unidas y dirigida a regular y ordenar de manera civilizada y pacífica las relaciones entre todos los países del mundo.

Nada de eso es sorprendente si tenemos en cuenta que el actual Asesor de Seguridad Nacional del decadente y desesperado Imperio es el señor John Bolton, enemigo jurado de la ONU a la que considera un aparato obsoleto e inútil del cual Estados Unidos debe retirarse, tal como voceó durante su estancia de Embajador ante ese organismo mundial, en tiempos de Bush hijo.

No es, por supuesto, Donaldo Trump el primero ni el único Emperador que ha ignorado y despreciado a las Naciones Unidas y sus resoluciones inconvenientes pues en mayor o menos medida lo hicieron sus antecesores, pero no cabe duda de que este lo ha incorporado a su vigente doctrina de “América first”, que conlleva el desconocimiento –por las buenas o por las malas– de todo cuanto obstaculiza o se oponga a la hegemonía imperial en su variante actual.

Es la filosofía de los imperios en su etapa de decadencia y desesperación la que empuja a Trump contra el mundo y pone a prueba a las Naciones Unidas una vez más.

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