ribbon

Muy mal está Perú

29 de enero de 2021

|

 

Centenares de miles de infestados y muchos muertos ha producido esta epidemia de la COVID-19 en Perú, donde cada 24 horas fallece un médico, miles de galenos y enfermeros están en huelga en demanda de una mejor atención a la salud y la cifra de pobres se ha duplicado: de dos millones a cuatro, con un desempleo de casi el 30%.

Perú tiene cuarentena total, con Lima, la capital, y nueve regiones en estado crítico por la enfermedad, ante lo cual el gobierno transitorio no ha sido efectivo, lo acusan de no mover ni un dedo, al tiempo que no presta asistencia alimentaria a la población, que se redime en las ollas populares preparadas solidariamente para no morir de hambre.

Una nación con tantos recursos, con tanto oro, hundida por la inopia, con un mal que se extiende al faltar, subrayo, los recursos más elementales, mientras está en peligro el proceso electoral que debe culminar en abril venidero con el fin de sustituir al régimen de transición.

Su reemplazo no debe ofrecer mucha fe, aunque aún no está claro que figuras se postularían a la presidencia.

Mencionar a los más recientes presidentes es casi hablar de lo mismo, con mayor o menor índice de corrupción, parecido al mismo perro con distinto collar, no hay mucha diferencia.

Lo cierto es que este problema de la COVID-19 no ha hecho cesar la lucha de los aborígenes para que les devuelvan sus tierras esquilmadas por el régimen de turno para entregárselas a las empresas mineras.

Asimismo, hay más de un indicio de que la minería no ha resultado beneficiosa para impulsar el desarrollo, aunque algunos mandatarios quisieron hacerla ver como un atajo con el fin de obtener recursos a fin de alcanzar las inversiones necesarias para invertir en educación e infraestructura, y por lo tanto romper el círculo vicioso de la pobreza.

Pero nada de ello fue cierto, cuando se conoce que las regiones con tasas de mayor nivel de desnutrición crónica infantil son Huancavelica (46,4%), Cajamarca (29,9%), Huánuco (28,8%), Apurímac (31,3 %) y Ayacucho (28,1 %).

 

Y sigue creciendo

La inversión minera sigue creciendo, a pesar de que algunos anunciaban su disminución, por los conflictos sociales, como el de Conga. Y aunque la minería aporta la cuarta parte del Producto Industrial Bruto y la inversión extranjera, y el 60% de las exportaciones, menos del uno por ciento de la población vive de ella.

Aunque no tenemos datos de este año, se sabe que no ha cambiado mucho la situación desde el 2016, cuando Huancavelica tenía casi el 50% de su territorio concesionado a la minería y era uno de los departamentos con la tasa de pobreza más alta, con el 77.2%, y donde la cobertura al seguro de salud no alcanzaba ni a la mitad de la población (47.6%).

Le sigue Cajamarca con el 44.37% de su territorio concesionado y donde aún el 17,1% de su población es analfabeta y sólo el 36,7% de las viviendas está conectado a una red pública de agua dentro de la vivienda.

El 36.1% de Ancash está concesionado, tiene una tasa de analfabetismo del 17,9%. En Apurímac, que tiene el 54.44% de su territorio concesionado, el 70.3% de la población es pobre.

Ayacucho tiene el 16,8% de su población sin ningún nivel educativo y la tasa de analfabetismo es de 17,9%, y el porcentaje del territorio concesionado alcanza el 26.2%

Aunque se achaca esta ineficiencia a las autoridades locales, en todo ello tiene que ver el trabajo de regiones y, por supuesto, el gobierno central, ya que las inversiones para subsanar los problemas de la población no llegan a ejecutarse ni a la mitad, contando que esa parte sea bien empleada, sin desviaciones, sin corrupción.

Esto último ha sido imposible, ni antes ni ahora y no hay mucha esperanza con gobernantes que no saben enfrentar esta pandemia que mata a gran parte de la población,

Con una política neoliberal continuada, nada promisorio se le ofrece al pueblo peruano, por el contrario.

Perú está muy mal. Muy mal está Perú.

Comentarios