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Mutilar la historia…

5 de mayo de 2025

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Puede catalogarse como una mutilación de la historia en medio del ego supremacista de alguien lleva algo más de cien días de su segundo mandato en la Casa Blanca de Estados Unidos, y no sólo habla y vuelve a hablar de «hacer más grande a Estados Unidos», sino que incumple promesas, que no sé si alguien le creyó, en cuanto a que «en una semana terminaré con la guerra en Ucrania» y «acabaré con la guerra de Israel contra los palestinos».

Ni una cosa ni la otra, mientras transcurren meses, días y horas, y se exhiben ante las cámaras de televisión cientos de firmas de documentos, para sancionar a unos, amenazar a otros, cambiar el nombre a un accidente geográfico, poner una estrella más en la bandera estadounidense, o implantar la más feroz guerra de aranceles que se haya conocido en la historia.

La masiva y cruel cacería de inmigrantes, unos llevados a cárceles en otro país y los demás deportados, ha sido otra forma de gobernar del actual presidente de Estados Unidos.

Otra de las grandes perdedoras en esta batalla impulsiva y contraria a toda reglamentación internacional, es la historia, convertida en un «trapo» con el cual pretende limpiar cientos y miles de páginas sobre cuál fue la verdadera participación de Estados Unidos en la Primera y Segunda Guerras Mundiales.

En estos días de mayo, cuando el mundo recuerda la Gran Victoria contra el Fascismo, lograda por el Ejército Rojo de la Unión Soviética, que culminó con la rendición de las tropas alemanas en la Batalla de Berlín, ha aparecido el mandatario estadounidense, Donald Trump, nada menos que con la afirmación de que: “Ganamos ambas guerras, nadie se nos acercaba en términos de fuerza, valentía o brillantez militar».

Y, en franca deformación de la historia, agregó «Hicimos mucho más que cualquier otro país para lograr un resultado victorioso en la Segunda Guerra Mundial».

Y espetó: «Por la presente, renombro el 8 de mayo como el Día de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial».

Muchas preguntas podremos hacernos, y la principal es: ¿Se estudia la historia, la verdadera historia, en los centros de enseñanza de Estados Unidos? ¿Qué versión tienen los estadounidenses de aquel abominable hecho de lanzar dos bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, que acabaron con la vida de cientos de miles de personas y quedaron mutiladas por las radiaciones cantidades similares?

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