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Multilateralismo o barbarie

29 de abril de 2019

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Ningún momento más oportuno como el surgido por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para efectuar la Conferencia Mundial sobre Multilateralismo que acaba de celebrarse en la sede de esa organización (Nueva York) con la nutrida asistencia de los representantes de sus países miembros, evidentemente todos interesados en fijar su posición acerca de tan importante cuestión, decisiva para el desarrollo de las relaciones internacionales en las condiciones del mundo de hoy, la paz, la seguridad y el desarrollo en el futuro más inmediato.

Las definiciones sobre el papel del multilateralismo y su defensa por parte de todas las naciones –especialmente las más pequeñas o débiles por múltiples circunstancias– son más urgentes que nunca, en momentos que en la Casa Blanca de Washington (en el gobierno imperialista de Estados Unidos) se ha instalado una pandilla que proclama abiertamente sus pretensiones hegemónicas, su irrespeto al derecho internacional, su desprecio a las Naciones Unidas y a cuanta institución u organización basa su actividad en el multilateralismo, la cooperación, el respeto y el beneficio mutuos.

Solo el multilateralismo, bajo esas premisas, podrá detener el avance de la “ley de la selva” que se busca establecer sobre el mundo actual bajo el lema “América first”, emanado desde un puñado irracional e irresponsable como el que detenta actualmente el poder imperial y se siente con derecho y autoridad para imponerlo al resto del planeta.

La Conferencia sobre el Multilateralismo, si quiere ser útil y fructífera, debe servir para abrir paso a los conceptos acatados ya por la comunidad internacional sobre la soberanía e independencia, la igualdad jurídica de los Estados, la autodeterminación de los pueblos, la no intervención en los asuntos internos de los países y contra el uso de la fuerza o la amenaza de su uso, la extraterritorialidad de los bloqueos y sanciones, el chantaje y la prepotencia de unos cuantos.

Todos esos vicios y obstáculos ante el cumplimiento de las leyes internacionales más elementales vigentes, como la Carta de las Naciones Unidas, el Código de Viena sobre relaciones diplomáticas o las reglas de la Organización Mundial de Comercio, todos salen hoy sucesivamente desde la Casa Blanca de Washington, para la que no valen socios ni aliados.

Una de sus cabezas visibles en John Bolton, conocido por sus reiteradas proclamaciones acerca de la inutilidad y anacronismo de las Naciones Unidas –tal como vociferó cuando era embajador ante esa organización– y la posibilidad de que en algún momento Estados Unidos opte por retirarse de ella.

No es posible ignorar que en el gobierno imperialista de Estados Unidos se encuentran hoy los más acérrimos enemigos del multilateralismo y mientras esa situación no experimente algún cambio, los organismos multilaterales –muy en particular las Naciones Unidas– no tendrán otro camino que enfrentar los designios enloquecidos de quienes pretenden sustituir el multilateralismo por la barbarie.

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