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Muchas Cumbres, poca paz

22 de mayo de 2023

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Joe Biden, de visita en Japón para asistir a la Cumbre del G7, en la ciudad de Hiroshima, acudió al monumento a la Paz, precisamente el lugar donde el 6 de agosto de 1945, otro mandatario estadounidense, Harry S. Truman, ordenó lanzar la bomba nuclear que acabó con la vida, de manera inmediata, de al menos 140 000 personas y la ciudad completa fue destruida.

Truman nunca pidió perdón a Japón ni al mundo por aquel horrendo crimen.

Ahora, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tampoco se disculpó, por el uso de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, lo que había sido adelantando a la prensa a bordo del avión presidencial Air Force One, a través del asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, pues Estados Unidos considera que los ataques fueron necesarios para acelerar la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial.

No está en la filosofía de los gobiernos estadounidenses, pedir perdón, cuando se sabe responsable de alguno de los miles de bombardeos, agresiones, invasiones, ocupaciones y sanciones que recoge la historia en las últimas ocho décadas.

El 24 de marzo de 1999, otro presidente de Estados Unidos, el demócrata William Clinton, ordenó bombardear a Yugoslavia —sin consultar al Consejo de Seguridad de la ONU—. Allí, durante 78 días y noches se lanzaron miles de bombas con uranio empobrecido, se mataron a más de 3 000 civiles, incluyendo niños, se destruyeron hospitales, guarderías infantiles, emisoras de televisión, embajadas, viviendas, puentes y otros.

Y Clinton, nunca pidió perdón ni al pueblo yugoslavo, ni a la ONU, ni a la comunidad internacional, por un acto tan criminal.

El 20 de marzo de 2003, otro presidente de Estados Unidos, George W. Bush, lanzó la más salvaje de todas las guerras contra el pueblo de Iraq. Bombardeos indiscriminados, uso de armas prohibidas, cárceles donde se experimentaron las más crueles torturas, muerte y mutilación que alcanzó cifras totales de casi un millón de personas, entre fallecidos, heridos y mutilados.

Y George W. Bush no pidió perdón al pueblo iraquí ni al mundo, aunque sí, reconoció cínicamente que la información que le había brindado la CIA, sobre la existencia de supuestas armas de destrucción masiva en Iraq, era falsa.

Y agregaría muchas más deudas de solicitudes de disculpas sobre acciones criminales emprendidas por los gobiernos estadounidenses, por las cuales jamás se ha pedido perdón y ni siquiera de han indemnizado familias, pueblos y países afectados.

Cuba, como otras naciones, todavía espera porque nos pidan perdón, y más que todo, por la supresión total de una política cruel y asesina, cuyo único fin es asfixiarnos y destruirnos por no acatar sus designios y mantenernos libres e independientes.

Mientras el mundo espera, en Japón, los mandatarios del Grupo de las siete mayores economías del mundo, con alguna que otra excepción, se empeñan en ofrecer más armas y recursos para la guerra, invertir cifras multimillonarias en ayuda militar y no escatimar en amenazas y provocaciones contra China y Rusia.

Para hacer más ridículo el convite escenificado en esta Cumbre, un invitado que nada tiene que ver con el cónclave, el mandatario ucraniano Vladímir Zelenski, parecía mostrado como un objeto en subasta, mientras posaba al lado de Biden y de otros mandatarios europeos, también involucrados en lo que hoy ocurre en Ucrania o más bien, en usar a Kiev como posición de avanzada en los planes de cercar y aislar a Rusia y enfrentar a China.

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