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Moon, nada convencido

27 de noviembre de 2017

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A pesar de que durante la visita del presidente Donald Trump toleró y aparentemente coincidió en endurecidas posturas contra la República Popular Democrática de Corea, el mandatario surcoreano, Moon Jae-in propuso al visitante “aflojar” las manobras bélicas conjunta frente a las costas norcoreanas y logró congelar la instalación del sistema antimisiles THAAD que ha impuesto Washington en la parte meridional, considerado un peligro no solo para Pyongyang, sino también para China, que ha protestado reiteradamente al respecto.

Trump, a cambio, como gran negociante, volvió a salirse con las suyas al aumentar la venta de armas a Seúl y lograr la próxima revisión del tratado comercial del 2012, que el mandatario norteamericano calificó de abusivo.

También sujeto a la presión que sobre él ejercen integrantes del mando militar surcoreano, a Moon no le ha quedado más remedio que aceptar la coordinación con Washington para dar una “respuesta decidida” a las constantes pruebas armamentísticas del Norte coreano.

Ello contrasta con su mantenida posición pública de que está seguro de que “no habrá guerra en la península coreana nunca más” y ha restado importancia a los beligerantes comentarios del presidente estadounidense de los últimos días.

“Estados Unidos y el presidente Donald Trump han acordado también discutir cualquier opción que pueda tomar con Corea del Sur, independientemente del tipo de opciones que tomen”, ha indicado Moon, según declaraciones recogidas por la agencia surcoreana Yonhap.

Las palabras de Moon llegaron pocos días después de la escalada de la tensión dialéctica entre Washington y Pyongyang, que la semana pasada protestó contra las más recientes sanciones de la ONU impuestas sobre el país asiático por sus lanzamientos de misiles,

El presidente Trump respondió con inusual beligerancia prometiendo “fuego y furia” si el país asiático no rebaja el tono y asegurando que el arsenal de Estados Unidos está “locked and loaded”, expresión que en inglés se refiere a una pistola cargada y preparada para ser disparada, cuestión muy típica y normal en el controvertido personaje.

Lo cierto es que Washington soslaya y evita las maniobras pacíficas de Moon para evitar un conflicto mayor, y prosigue una política de sanciones y perenne amenaza de agresión contra una nación pequeña, pero con un gran desarrollo científico, que le ha propiciado poseer el arma nuclear y la continuación de un programa que, aunque no se divulgue mucho, tratará de llevar naves norcoreanas al espacio, incluso a la Luna.

Tanto Rusia como China se han opuesto a que se siga sancionando a Pyongyang por una política internacional agravada ante el empecinamiento de un Imperio que no quiere reconocer que un pequeño país esté dispuesto a enfrentar su poderío.

Así, EE.UU., léase Trump, está ensayando todo tipo de acciones experimentales para tratar de destruir a la nación socialista, sin contar con las posibles catastróficas consecuencias que de ello se derive, incluso la afectación de China y Rusia, quienes ya han expresado que no se quedarán de brazos cruzados ante tal acción agresiva norteamericana.

En este contexto, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación de Rusia, Konstantín Kosachev, denunció la retórica bélica de Washington contra Pyongyang, enfatizó que Moscú no permitirá que EE.UU. haga experimentos cerca de sus fronteras, y advirtió que Corea Democrática no se quedará de brazos cruzados frente a una eventual agresión militar de Estados Unidos y sus aliados lo que “sería muy malo” para el mundo entero.

“Los líderes norcoreanos harán todo lo posible para protegerse de una interferencia exterior”. Si Pyongyang hace uso de “las posibilidades que tiene”, todo esto “terminará muy mal, no solo para la región, sino para todo el mundo, incluido EE.UU.”, reiteró.

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