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Misión equivocada…

14 de marzo de 2023

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Corresponde a un mandatario, profese la inquietud ideológica que sea, represente a un partido o a otro, al menos hacer lo posible en favor de la población que lo eligió y mostrarse comprometido con la más importante y urgente tarea de la humanidad: alcanzar la paz.

Si no lo hace así, su misión está equivocada y transita por el camino contrario hacia ese objetivo.

Sucede otro tanto, con quienes dirigen instituciones internacionales creadas —al menos en los papeles— con el fin de hacer del desarrollo pacífico y la convivencia entre los pueblos, la cima alcanzable a la que debemos de llegar todos.

Parece mentira entonces que un presidente, Joe Biden y un jefe de la política exterior europea, Josep Borrel, se expresen ante la comunidad internacional, como dos exponentes de atizar las guerras, fomentar las sanciones, y promover la fabricación y comercio de las armas, en vez de hacer lo posible por un mayor compromiso con mitigar el hambre entre los miles de millones de pobres y establecer el diálogo como el mayor compromiso entre quienes conducen las riendas de gobiernos e instituciones.

Resulta horripilante que el jefe de la diplomacia europea, apareciera, como lo hizo esta misma semana, con un uniforme militar camuflado, para hablar del envío de más armas a Ucrania y las aplicaciones de mayores sanciones a Rusia.

Nada más parecido al jefe de la OTAN —no sé, si es que aspira a ese cargo una vez concluido el actual en la Unión Europea— (el Javier Solana de nuestros tiempos)—.

Su aparición en Estocolmo con el uniforme y el lenguaje de la guerra, estuvo concentrado en el compromiso de que «la Unión Europea formará más de 11 000 soldados ucranianos este mes de marzo y asignará otros 2 000 millones de euros para la adquisición y suministro de municiones a Kiev».

En una conferencia de prensa, tras una reunión informal de los ministros de Defensa de los Estados miembros de la Unión Europea, aseguró que «la misión de la UE formará a las tripulaciones de los carros de combate que se suministrarán a Ucrania a través de la OTAN», reportó RT.

El plan de Borrell incluye pertrechos a partir de las reservas existentes. Dentro de las asignaciones, 1000 millones de euros, provienen del Fondo Europeo para la Paz».

Y aclaro, dijo «Fondo Europeo para la Paz», pero es que la palabra «paz» está teñida con la sangre que hoy se derrama en Ucrania.

El segundo propósito es la adquisición de municiones de 155 milímetros, para lo que pide asignar otros 1 000 millones de euros, y «poner nuestra industria bajo ley marcial» declaró.

Ante semejantes propósitos se me ocurre preguntar: ¿Alguien duda del papel de Josep Borrel como uno de los más significativos exponentes de la guerra contra Rusia y de haber puesto las riendas de la Unión Europea en manos de Estados Unidos?

Coincidiendo con estas declaraciones, como si fuera un «zafarrancho de combate», al otro lado del océano, en Estados Unidos, el presidente Joe Biden, ha propuesto la asignación de un presupuesto récord de 835 000 millones de dólares para las guerras, en el presente año fiscal.

Antes de que la solicitud sea enviada formalmente al Congreso, se supo además que la administración estadounidense podría destinar 170 000 millones de dólares para la adquisición de armas y 145 000 millones para investigación y desarrollo, cifras que en ambos casos resultan récords.

Un elemento adicional a la hora de identificar el peligroso camino que toma la política que, encabezada por Estados Unidos, también se practica por la Unión Europea, es que el aumento de dinero para la guerra en el presupuesto estadounidense, se especula que estaría directamente vinculado con las tensiones con China, a quien Washington ve como su mayor rival.

Entre los principales beneficiados del nuevo presupuesto se encuentra el programa F-35, para el cual se solicitarán 13 500 millones de dólares destinados a la adquisición, desarrollo y actualización de estos cazas de combate, considerados el sistema de armas más costoso de EE.UU.

El proyecto también solicita una financiación significativa de municiones de largo alcance, para poner a disposición de la Fuerza Aérea y la Armada en caso de un futuro conflicto con Pekín.

Por ese camino es llevado el mundo, conducido por quienes —como Josep Borrel y Joe Biden— se han convertido en sus fervientes jefes militares… y destructores.

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