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Miserables revueltos y contentos

26 de noviembre de 2015

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Dicen que quienes estaban cerca de él se asustaron, cuando el intelectual peruano Mario Vargas Llosa casi muere del infarto por la alegría, al conocer del triunfo de Mauricio Macri en las democráticas, limpias y transparentes recién celebradas elecciones en Argentina, donde por primera vez la derecha llega al poder por la vía electoral y no militar.
En el “bunker” del bonaerense estaba también la esposa del contrarrevolucionario Leopoldo Lugones, quien guarda prisión por su responsabilidad en la muerte de seres inocentes, y quiere algo similar para Venezuela.
Lo cierto es que han dado frutos el extenso periplo del expresidente español y franquista José María Áznar por Latinoamérica, así como el aporte monetario y experiencias de otros amigos del Presidente electo, como el ex mandatario colombiano Álvaro Uribe y el pretendiente ecuatoriano Guillermo Lasso, además de los ex presidentes Andrés Pastrana, de Colombia; Vicente Fox, de México y Sebastián Piñera, de Chile, y otros representantes de la derecha internacional.
Todos felices y contentos, dispuestos a $ufragar lo que sea necesario para allanar el camino del neoliberalismo, contando que el dinero es generalmente un poderoso “caballero”.

 

No es que uno gane, sino que el otro pierda

Sin dudas fue muy poco el margen de la ganancia de Macri, menos del 3%, pero fue válida, con una asistencia del 78% de los electores y un 22% de ausencias y alguno votos en blanco, ninguno de los cuales hubiera ido a la derecha, sino que le restaba a la izquierda.
A los 12 años de gobierno kirchnerista –no totalmente estables–, división en las filas peronistas y los “cambiacasacas en las filas oficiales, se sumó una inteligente, intensa y a veces cruel campaña de oposición en más del 95% de los medios nacionales, controlados en su mayoría por el monopolio Clarín.
No solo los votantes no tuvieron en cuenta anteriores gobiernos neoliberales, con sus catastróficas consecuencias para el pueblo, sino que se adhirieron a una elite que supo manejar los errores, reales o fabricados, del grupo de partidos que constituyeron el Frente para la Victoria y las divergencias con el importante grupo peronista de Massa, quien era la tercera fuerza política, y los “agarres” con entes aún más de izquierda.
Uno de los hechos salientes es que el grupo de empresarios que siempre apostó a influir sobre los gobiernos militares y civiles, por fin logró con Macri construir una fuerza competitiva electoralmente y convenció a muchos argentinos, con mentiras o no, de que es el mejor para gobernar.

 

Lo que viene

El triunfo del macrismo en Argentina representa el reimpulso para las fuerzas de la derecha continental que pretenden vencer el 6 de diciembre en Venezuela, impedir la repostulación de Evo Morales a través del referéndum que tendrá lugar en febrero próximo en Bolivia, y precipitar el derrocamiento “legal” de Dilma Rousseff en Brasil.
No hay dudas de que se convierte en un detractor del proceso integracionista de América Latina.
Detrás del cambio de discurso de Macri, y su apoyo a medidas como, por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo, se encuentra una nueva estrategia de la derecha latinoamericana: no confrontar a priori con las políticas sociales implementadas por los gobiernos posneoliberales, que benefician a las mayorías populares de nuestra región.
Afincada en esa estrategia, la derecha ha forzado a su favor el resultado de una elección, gracias a lo que parecía poco probable semanas atrás: se trata de un trabajo solapado que, además, cuenta con los medios de comunicación hegemónicos como arietes de la opción conservadora.

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