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Mientras la Moncloa busca inquilino

14 de septiembre de 2016

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Un ambiente enrarecido, no solo por la contaminación atmosférica –que ya es alta–, se observa en España donde el Palacio de la Moncloa, sede del Gobierno, está en busca de un inquilino, luego que no aparece solución alguna que ponga de acuerdo a fuerzas políticas no afines.

La pugna por el poder va por un lado y los factores de desarrollo social van por otro.

Por ejemplo, un dato que es la cara verdadera del neoliberalismo español es la tasa de desempleo que, en el caso de los menores de 25 años llega a la alarmante cifra de un 51,6%.

Ocurre todo esto en un país golpeado por la crisis económica y por un sistema de gobierno –el del Partido Popular– que ha hecho aguas en un mar de problemas en el que los verdaderos perjudicados son los ciudadanos españoles.

No es nueva la política del PP, pues años atrás, durante el gobierno de José María Aznar, se ensayó todo tipo de desprecio por quienes no estuvieran subordinados a un pensamiento nada más cercano a la exclusión, cuya bandera levantaron en su época los Hitler y Mussolini.

Aznar, anda ahora impartiendo conferencias por Miami y cobrando cara cada presentación en auditorios donde aplauden los más connotados contrarrevolucionarios, esos que han convertido a la ciudad del sur de la Florida en el vórtice del campo de tiro con que se quieren echar abajo los gobiernos progresistas de América Latina.

Mientras, España sufre; los españoles sufren; y un panorama político nada predecible, trata de encontrar en el horizonte a quien, no ocupe la Moncloa para enriquecerse sino para emprender soluciones para los millones que padecen del desempleo, la desigualdad y las carencias.

De lo que se trata –en mi opinión– es que si el mal es sistémico, no habrá otro remedio que transformar al menos ese sistema.

En el contexto de esa atmósfera viciada, vale recordar otros elementos.

Por ejemplo, en un reporte de la prensa española se puede leer que el coste sanitario derivado de la contaminación atmosférica en el país ibérico fue de 50 000 millones de dólares en 2013, según se desprende de un informe realizado por el Banco Mundial y la Universidad de Washington.

En el citado año fallecieron 14 689 personas debido a la contaminación del medio ambiente, por lo que los ecologistas han hecho un llamamiento “para que cambie sus desastrosas políticas energética y de transporte para mejorar la mala calidad del aire, salvando con ello miles de vidas y reduciendo el gasto sanitario”.

Vale recordar que a nivel planetario la concentración de CO2 en la atmósfera es ahora mucho mayor que en cualquier otro momento de los últimos 800 000 años.

Entonces, sería sana la recomendación de que los partidos políticos de España no concentren su lucha por ocupar la Moncloa, en meras retóricas sobre qué país se quiere exhibir en el presente y el futuro.

Vale más que los esfuerzos se basen en impulsar el desarrollo social de la población, y de esa forma se acaba con la larga fila de parados.

Mientras, la Moncloa espera por su nuevo inquilino.

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