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Mentiras confirmadas y cárceles secretas

11 de junio de 2018

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La condena emitida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra los gobiernos de Lituania y Rumania, por haber sido cómplices de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en el traslado clandestino y el encierro en cárceles secretas en ambos países de prisioneros secuestrados por la CIA en el desarrollo de la llamada “campaña anti-terrorista”, que desató el régimen de Bush hijo tras los ataques aún no esclarecidos contra las Torres Gemelas de Nueva York y otros objetivos estadounidenses el 11 de septiembre de 2001 resulta la confirmación de tales métodos, que en su momento fueron negados por la diplomacia estadounidense.

Los jueces europeos de este órgano judicial perteneciente a la Unión Europea, de la cual Lituania y Rumanía forman parte, han dictado tal sentencia tras haber examinado las demandas presentadas por dos prisioneros, que, capturados respectivamente en Pakistán y Dubai, sufrieron encierro y tortura en esas cárceles secretas y fueron luego enviados a la que se estableció en la Base Naval de Guantánamo, territorio ilegalmente ocupado por Estados Unidos en Cuba.

Este tribunal estableció graves violaciones del artículo tres de la Convención Europea de Derechos Humanos contra la tortura y de los artículos cinco, ocho y trece que protegen la libertad individual, el respeto a la vida privada y otorgan el derecho a compensación.

Ambos prisioneros permanecen secuestrados en la Base Naval yanqui y la Corte pide a los dos gobiernos condenados que, a su vez, exijan a las autoridades de Estados Unidos garantías de que no serán ejecutados y acelerar las disposiciones internas que sancionen a los responsables directos de estas violaciones.

Lo más significativo del caso –a nuestro juicio– no es solo la admisión de tales fechorías en el seno de la Unión Europea por parte de los dos países que la integran y son supuestamente cumplidores y veladores de la Convención que se menciona, sino la forma en que se exhibe la complicidad de estos con la CIA de la manera más burda y criminal.

La diplomacia estadounidense, en su habitual manejo de mentiras absolutas, medias verdades y tergiversaciones, negó durante mucho tiempo la existencia de tales cárceles clandestinas ilegales en diversos “oscuros rincones del mundo” hasta que la evidencia internacional los desenmascaró, incluida una investigación del diario Washington Post en 2005.

La sentencia del Tribunal Europeo no solo ratifica la existencia de tales campos de concentración selectivos de nuevo tipo sino también los brutales procedimientos allí aplicados, recordatorios de las peores prácticas del nazismo derrotado.

Coincidentemente, en semanas recientes, tanto la prensa de Estados Unidos como las audiencias celebradas en el Senado de ese país, recordaban que la recién nombrada directora de la CIA estuvo a cargo de una de esas cárceles en Tailandia.

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