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Médicos con fronteras

21 de mayo de 2014

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Es posible que cuando Médicos Sin Fronteras (MSF) fuera fundada el 20 de diciembre de 1971 constituía entonces una organización médica y humanitaria, sin fines de lucro, que aportaba su ayuda a las víctimas de desastres naturales o humanos y de conflictos armados, sin ninguna discriminación de raza, sexo, religión, filosofía o política.
Aunque los Premios Nobel son sin dudas veleidosos, a veces no creíbles, tuvo uno en1999. Ocho años atrás había ganado el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
No creo que la intención primera de su creación fuera totalmente malsana. Algunos médicos eran testigos del genocidio de la minoría Ibo, pues trabajaban en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Este grupo se sentía frustrado ante la obligación de guardar silencio que exigía el CICR a sus miembros, sobre lo visto y hecho en Biafra.
Otro grupo de médicos acababa de llegar de socorrer a las víctimas de las inundaciones que asolaron Paquistán Oriental (actual Bangladesh).
Se dieron cuenta de que, una vez finalizado el proceso de descolonización, el escenario internacional estaba en fase de transformación y se imponía adaptar la ayuda humanitaria a las nuevas necesidades. A partir de ese momento, atender a las víctimas no sería suficiente: habría que denunciar las violaciones de los derechos humanos, crear corrientes de opinión a través de los medios de comunicación y profesionalizar la ayuda.
En este contexto, la organización fue penetrada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados europeos, mientras se creaban cinco centros operacionales en París, Bruselas, Ámsterdam, Barcelona y Ginebra, así como 14 oficinas situadas en Europa, EE.UU., Japón y Australia.
Existen también varias oficinas adicionales, destacando la Oficina Internacional en Ginebra, las Oficinas de Enlace en Nueva York y Bruselas, la Campaña de Acceso a Medicinas de Ginebra, el Almacén y la Oficina de Recaudación de Fondos en los Emiratos Árabes Unidos y asociaciones de sociedad civil en África y América Latina.
Mucho era el dinero que entraba, y ya la entidad enviaba a sus integrantes con fines no tan altruistas a los 61 países donde se hallan diseminados.
Ello se vio no hace mucho en Siria, cuando The New York Times en un artículo titulado: “Señales de ataques químicos detallados por grupo de ayuda”, escrito en Beirut, afirmó que Médicos Sin Fronteras: había emitido un comunicado de prensa según el cual tres hospitales en Damasco trataron a 3 600 personas con síntomas neurotóxicos, 355 de las cuales fallecieron, e indicaron falsamente versiones que reforzaron la tesis norteamericana del ataque químico del gobierno contra la población.
ALIADO DEL TERRORISMO
En el caso actual de Siria, sus instalaciones médicas están situadas en regiones controladas por los terroristas, especialmente a lo largo de la frontera  septentrional con Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Stephen Cornish, de Médicos Sin Fronteras, reveló la naturaleza de la participación de su organización en el conflicto sirio, donde él explica que la ayuda está siendo enviada a regiones fuera del control del gobierno, y que su organización está de hecho poniendo en marcha instalaciones en estas zonas. Cornish admitió:
“Durante los pasados meses, hemos tenido un consultorio médico que fue abierto en el interior de una cueva. Hemos tenido otro que fue abierto en una granja de pollos y un tercero en una casa. Y estas instalaciones hemos intentado equiparlas todo lo mejor que hemos podido con suficiente tecnología moderna y con equipos médicos completos. Ellos en principio estaban tratando principalmente con combatientes heridos y gente que eran civiles que estaban siendo directamente afectados por el conflicto.”
En otras palabras, la organización financiada por Wall Street estaba aportando apoyo a militantes armados y financiados por Occidente y sus aliados en la zona, la mayoría de los cuales se ha visto que son luchadores extranjeros, afiliados con o perteneciendo directamente a Al Qaeda.
Jaques Beres, veterano cirujano francés quien en Alepo trató a miembros del opositor Ejército Libre Sirio, declaró en una entrevista filmada que “la mayoría de los combatientes que pasaron por su mesa de operaciones eran mercenarios extranjero”, añadiendo que ha operado a libios, afganos, paquistaníes, argelinos e igualmente a “pacientes con pasaportes franceses, muy jóvenes, fanatizados…”
Ello demuestra como esta organización si tiene fronteras definidas, porque no es de “ayuda internacional”, sino una pieza de la maquinaria militar encubierta volcada contra Siria, donde  hace el papel de un batallón médico.
Lamentablemente, la gran mayoría de aquellos que lean las noticias simplemente aceptan lo que dicen los medios occidentales y nunca se molesten en saber que está haciendo Médicos Sin Fronteras en Siria. Una rutina similar fue utilizada en Libia, donde Human Rights Watch y Amnistía Internacional utilizaron su legitimidad, intentando crear un pretexto para la intervención militar occidental allí.

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