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“Marito” no aterriza

4 de marzo de 2019

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En más de 150 días en el poder, el presidente de Paraguay, Mario Abdo Ramírez, de una de las fracciones del gubernamental Partido Colorado, de amplia trayectoria reaccionara, no ha logrado aún establecer una agenda de trabajo, pese a que dispone de una cuantiosa suma en el presupuesto, que le hace propagandizar sobre el futuro de la educación en el país.

La pobreza, que alcanza al 28,8% de la población, incide en un abandono escolar superior al 40%, cifra que coincide con la población infantil inmersa en el enorme deterioro de la calidad de vida, mientras aún esperan sus promesas de ataque a la corrupción y a la alta cifra de desempleo.

En sí, el 60% de los paraguayos subsisten en labores informales, en medio de un ambiente en el que el 70% de los encarcelados están sin juicio y no se vislumbra una acción al respecto.

Lo cierto que para el mandatario, a quien llaman Marito, sólo le importa gobernar de acuerdo al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, lo cual no ha impedido que la economía se haya desacelerado en los últimos meses, disminuyendo las ganancias a la oligarquía local y transnacionales extranjeras.

Conocido por sus abiertas simpatías por Alfredo Stroessner, con un padre que fue fiel secretario del dictador, apenas se ha limitado a seguir el camino del anterior gobierno de Horacio Cartes, y se mantiene en ascuas, ante la expectativa de un escenario  de completo deterioro de las instituciones y de un despertar ciudadano contra la corrupción que aqueja al país.

Abdo intenta apuntalar una red internacional que le dará la estabilidad política que no posee internamente, en un Paraguay cansado del deterioro de eso que llaman democracia representativa.

Consciente de la fragilidad de “Marito”, el anterior mandatario se mantiene tras bambalinas, activando todas las vías de presión y retrasando al máximo la autorización de ingreso de los nuevos equipos de gobierno a las distintas instituciones del Estado, algo inédito en la historia paraguaya.

 

Lucha ciudadana frustrada

Si bien el 2018 fue un año electoral que trajo consigo la reafirmación del coloradismo en Paraguay, a través de la elección de Mario Abdo Ramírez en las elecciones del 22 de abril, también fue un momento de eclosión de la movilización ciudadana, con escasos precedentes en el pasado de la historia de la República.

La persistencia de los paraguayos en las calles para sacar de los organismos de representación pública a los políticos “impresentables” reflejó, una vez más, la efectividad de la unidad ciudadana para limpiar las instituciones y devolverlas a la vía de la legalidad y la decencia en la función pública.

Y, aunque la lucha fue de los ciudadanos, el actual gobierno la redituó como parte de su compromiso anticorrupción, llevando a cabo una política de no intervención para proteger a los políticos manchados por sendos casos de corrupción de su propia filiación partidaria.

Así, sin apenas mover fichas, con una agenda “de estabilidad” y orientada a posicionar al país en el exterior, Abdo tiene a su favor, subrayo, organismos internacionales como el FMI y el BM, que parecen valorar su administración obediente y de pocos sobresaltos en su política económica. Algo también evaluado positivamente por las tres calificadoras de riesgo crediticio más importantes de Nueva York (Moody’s, Fitch, Standard & Poor’s), a pesar de que para este 2019 el Banco Central de Paraguay prevé una desaceleración económica que reduciría el crecimiento al 4%.

En este sentido, no es casual que “Marito” haya adoptado la Declaración Ministerial del Grupo de Lima, en la cual se determinó el no reconocimiento del nuevo mandato de Nicolás Maduro, el pasado 10 de enero, fecha en la que el mandatario venezolano tomó posesión. El Gobierno de Abdo resolvió suspender, a partir de la fecha, “la aplicación del Acuerdo para Supresión de Visas de Pasaportes Diplomáticos, Oficiales y de Servicio”. La decisión del Gobierno ha incrementado la tensión entre los dos países, que mantienen un litigio por una deuda de la entidad petrolera Petropar con PDVSA, la cual supera los 300 millones de dólares.

La obediencia de Abdo también tiene implicaciones en la próxima reforma tributaria que será puesta en vigor en el curso de este mes de marzo, la cual tiene implicaciones directas en las clases medias y clases medias bajas, que serían sobre quienes recaería este gravamen, producto del “terror” que tiene el gobierno a incrementar los impuestos a las grandes fortunas.

Y todo esto es una muestra de lo que representa “Marito”, quien solo “aterriza”, cuando golpea a los sectores más vulnerables.

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