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Macron en guerra

9 de abril de 2018

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Tras ser la primera figura internacional (antes que Trump) en respaldar personalmente la inconsistente acusación de su colega británica, Theresa May, de que el presidente Vladimir Putin ordenó el envenenamiento de un ex espía ruso en Inglaterra, Emmanuelle Macron santificó la represión contra las manifestaciones de diversos sectores que han acudido a la huelga para demandar mejores condiciones de vida y en protesta contra el intento oficial de birlar sus derechos laborales.

El espectro huelguístico francés comprende desde los combativos ferroviarios hasta los jubilados, pasando por médicos, enfermeras, maestros, controladores aéreos y otros elementos del sector público, quienes protestan generalmente contra el alza de los impuestos y condiciones leoninas de trabajo, aunque el primer ministro galo ha hecho énfasis en sostener una guerra contra los primeros, en sus ansias de doblegar a lo que se considera el más poderoso sindicato de la nación.

Por lo pronto, los trabajadores de los ferrocarriles están haciendo una huelga escalonada que durará hasta junio, pero con solo un poco por ciento de participación en algunas fechas, tienen colapsado gran parte del transporte, principalmente en París.

En toda Francia, la Central General de Trabajadores, comunista, reunió a cerca de medio millón de personas, en la primera movilización social multitudinaria que el joven mandatario debe enfrentar. Ni siquiera fue así cuando consiguió hacer votar una reforma laboral hace seis meses, marcadas por escasas protestas.

Ahora, Macron, quien ya olvidó comparar sus ideas con las del socialismo, se pone su verdadero ropaje neoliberal e intenta imponer condiciones laborales a los ferrocarrileros franceses, sector en que se preparan inversiones de capital extranjero, hasta llegar posiblemente a la privatización total

Personal hospitalario o de la Educación reprochan a Macron haber traicionado su promesa de campaña de mejoras salariales y perspectivas de carrera. En realidad -aseguran- está haciendo todo lo contrario:

El Estado otorga cada vez más trabajos precarios, introduce retribuciones salariales basadas en el mérito y no reemplaza a aquellos que se jubilan, con el objetivo de reducir 120 000 puestos de trabajo en cinco años.

Los ferroviarios, por su parte, realizan huelgas “perladas” o intermitentes, de dos días de cada cinco, que podría durar hasta el 28 de junio.

El gobierno afirma que mantendrá su proyecto, y confía en que la exasperación de los usuarios terminará con el apoyo popular de la huelga. Pero amplios sectores de la población, que confiaron al comienzo en Macron, han visto sus ingresos decrecer considerablemente, y la idea de que eligieron a un “presidente de los ricos” parece instalarse en forma durable en la opinión pública. El gobierno perdió, por ejemplo, el apoyo de los jubilados, un sector de la sociedad cuyo peso electoral suele ser decisivo.

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