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Macri recauda impuestos para los ricos

31 de mayo de 2018

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Mauricio Macri, el presidente de Argentina, acaba de demostrar una vez más su desprecio a la inmensa mayoría de la población, esa que menos gana y aporta más al erario de la oligarquía y transnacionales que explotan a la nación suramericana:

El mandatario acaba de vetar una ley aproada por la mayoría del legislativo acerca de llevar los precios de las necesidades básicas a los que tenía antes de aplicarse las enormes tarifas para subvencionar las propiedades de empresarios inmensamente ricos, entre ellos los miembros de la familia Macri.

Y aunque aún no ha llegado al grado de deterioro que ostenta Michel Temer en Brasil, el Presidente argentino ha estado enfrentando día a día multitudinarias protestas por su decisión de solicitar un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), lo cual endeudaría aún mucho más a la nación, en ese camino durante sus dos años de mandato.

El significado de tal acción conlleva la afectación de los presupuestos educativos y las pensiones, algo que no ocurría desde el 2006, cuando el entonces presidente, Néstor Kirchner, pago la deuda con el FMI y finalizó la dependencia con el organismo internacional, condicionado por Estados Unidos. Cuando Cristina Fernández asumió la Presidencia, mantuvo tal actitud, además de no pagarle a los bien llamados “fondos buitres”, integrados por especuladores y ladrones de cuello blanco, luego pagados por Macri.

Por tal motivo, los manifestantes han  demandado repetidamente la renuncia presidencial, ante la decisión de entregar la soberanía nacional.

Solo la mayoritaria prensa local, al servicio de la oligarquía, y algunos que otros sesudos economistas consideran correcta la decisión de  Macri, y hasta elogiado la declaración del presidente norteamericano, Donald Trump, acerca de que el camino que tomó es el más inteligente.

No obstante, la Iglesia argentina, cada vez más cerca del pueblo, se atrevió a decir que la petición de ayuda al FMI no es una decisión inteligente.

Algo interesante es como se han ido uniendo factores cuya desunión favoreció la vuelta del neoliberalismo al poder, y hoy se han alzado con una voz para defender la del trabajo digno que genera las riquezas de la patria; a las organizaciones gremiales y a las negociaciones salariales libres, que están suspendidas; el apoyo al federalismo amenazado por el saqueo en el país, y el regreso del desarrollo industrial, la protección a las economías regionales, a la educación pública y a las organizaciones sociales y barriales.

De la misma manera se exigió la continuidad de los juicios contra los responsables militares y civiles de la pasada dictadura militar, y se remarcó que “el único lugar para los genocidas es la cárcel”. Se pidió justicia para los jóvenes asesinados Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, y respeto a los pueblos originarios.

Asimismo, se reivindica la política del opositor movimiento Ni Una Menos que “sacude las entrañas de la cultura patriarcal dominante”; así como la “libertad de expresión y comunicación popular” contra la concentración de medios que defienden programas de ajuste y saqueo. Se exigió la liberación de presos políticos y el cese de la persecución.

Pero la tapa al pomo la puso el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Poli, quien, ante Macri, su esposa y funcionarios del gobierno, en una misa en la Catedral, citó al evangelista San Lucas, quien dijo que “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos a los ojos de Dios, que sí se acuerda de los pobres y no olvida su clamor”.

Asimismo, recordó que “el primer deber del Estado es cuidar la salud de los habitantes, especialmente de los débiles, los pequeños, los pobres y marginados, los enfermos y los ancianos abandonados, porque son los más pobres de los pobres … ninguna persona debe ser excluida de la fiesta de la vida, hasta el más humilde y olvidado de la patria profunda”.

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