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Lula, si no hay subterfugios

9 de octubre de 2022

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Pese a que la ultraderecha sorprendió en primera vuelta de las presidenciales brasileñas con un amplio respaldo a la reelección de Jair Messias Bolsonaro, segundo en la votación con el 43%, dándole un mentís a las encuestas, éstas sí acertaron al concederle a Luiz Inacio Lula da Silva el 48% de los sufragios y un primer lugar que no logró la meta victoriosa de la mitad más uno, por la falta de apoyo de otros candidatos progresistas.

Pero ahora ya ha ganado el respaldo de Simone Tebet y Ciro Gomes, quienes ocuparon respectivamente el tercer y cuarto puestos, y eso hará difícil a la reacción retener la presidencia, aunque si ha conseguido amplia representación legislativa y regional.

La sorpresa por el buen resultado de Bolsonaro tiene que ver con una escasa comprensión de lo que es el bolsonarismo. Es una nueva forma de radicalismo de derecha. El presidente logró efectivamente aglutinar un movimiento de masas, y no solo en Internet.

La veneración que se le profesa tiene ribetes religiosos y su paso a segunda vuelta es sobre todo un triunfo de sus bases radicalizadas. Con no poca frecuencia se subestimaron las manifestaciones de los bolsonaristas, e incluso fueron objeto de burla, un peligroso error, cundo se cuenta también con un amplio apoyo militar, de los pastores protestantes y de mucho dinero para comprar el apoyo de una población cada vez más necesitada y hambrienta.

Hay que recordar que en el país que tiene el cuarto lugar en la exportación de alimentos, la mitad de la población no tiene la alimentación adecuada y 33 millones pasan hambre.

Pese a ello, candidatos cercanos a Bolsonaro celebraron grandes éxitos a nivel local. Ellos piensan y actúan igual que el sátrapa.

Fieles neopentecostales, militares anticomunistas y expolicías que blanden armas tratarán de seguir imprimiendo su sello a la política brasileña con sus principios reaccionarios. Porque su respaldo en las elecciones generales ayudó a muchos de sus candidatos a obtener cargos como gobernadores, senadores y diputados.

Su actual partido, el Partido Liberal, tendrá la mayor bancada en el Parlamento.

Como su modelo, Donald Trump, en Estados Unidos, Bolsonaro ha anclado en la política brasileña el vuelco conservador, de cuño de ultraderecha, y neoliberal.

 

EMPERO, LA IZQUIERDA PUEDE CELEBRAR

Pese a lo anterior, los logros de Lula en primera vuelta también han sido compensado con avances importantes de la izquierda en esos comicios legislativos y regionales.

Tras el fracaso del 2018 -con Lula encarcelado injustamente para que ganara Bolsonaro-, la izquierda ha recuperado terreno con el electorado en el 2022, creando un escenario difícil para la reelección de Messias.

Lula aventajó a Bolsonaro por más de seis millones de votos en primera vuelta y, desde la redemocratización del país, nunca ha pasado que quien salga segundo en las elecciones, logre dar vuelta el resultado en segunda vuelta.

Por otro lado, en comparación con Fernando Haddad en la primera vuelta del 2018, Lula amplió el voto presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) en más de 25 millones de votos, y recuperado espacio para el PT en todos los estados brasileños, incluidos los grandes colegios electorales como Sao Paulo y Río de Janeiro. En Río, un estado que fue la cuna del bolsonarismo, Haddad solo obtuvo el 14,7% de los votos en primera vuelta en 2018, mientras que Lula obtuvo el 40,7%.

El PT también eligió cuatro senadores y amplió su bancada de seis a nueve en la cámara alta del Congreso de Brasil, respecto al 2018.  En la Cámara de Diputados, junto a la coalición que formó con el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el Partido Verde (PV), el PT consiguió 80 asientos. Será la segunda bancada más grande de la cámara baja, con 11 diputados más que hace cuatro años.

El PT fue también el partido que más gobernadores eligió en la primera vuelta: tres, y sigue en la carrera en otros cuatro estados. Además, registró varias marcas simbólicas: eligió al diputado estatal más votado de Sao Paulo, Eduardo Suplicy, y pasó a la segunda vuelta en Santa Catarina, uno de los estados más bolsonaristas del país, con el candidato Décio Lima.

El PT es también el partido que más mujeres eligió para la Cámara de Diputados, con 21 representantes.

Otros partidos de izquierda también tienen motivos para celebrar. La alianza formada por el Partido Socialismo y Libertad (Psol) y Red de Sostenibilidad (Rede) eligió 14 diputados, tres más que en el 2018.

Guilherme Boulos, del Psol, fue el diputado federal más votado en Sao Paulo y el segundo en Brasil, con más de un millón de votos.

La nueva legislatura marca también la llegada de las primeras diputadas trans en la historia de la Cámara: Erika Hilton (Psol) y Duda Salabert, del Partido Democrático Laborista (PDT), tercera más votada de Minas Gerais. Erika, además, fue la octava legisladora con mayor votación en Sao Paulo, y Duda la tercera en Minas Gerais.

También fueron elegidas dos indígenas para la Cámara de Diputados: Sônia Guajajara y Célia Xakriabá.

Elegida por el Psol de Sao Paulo y reconocida internacionalmente, Sonia Guajajara es una de las principales líderes indígenas en ejercicio. Coordinadora ejecutiva de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, se convirtió, en el 2018, en la primera mujer indígena de ese país, en disputar las elecciones presidenciales, como vicepresidenta de Boulos (Psol).

Célia Xakriabá, fue igualmente elegida por el Psol, en Minas Gerais, con una agenda que incluye la defensa de los territorios indígenas y la lucha contra el cambio climático.

Así que, pese a que la reacción logró más votos de lo estimado y si no surgen situaciones de golpe de Estado y asesinatos masivos contra la oposición, Lula da Silva será electo Presidente el próximo día 30.

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