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Los verdaderos culpables

17 de julio de 2014

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La violencia prevaleciente desde hace años en la República Centroafricana se ha vuelto a intensificar de tal manera que se puede considerar una verdadera guerra civil, donde la crueldad, los secuestros y la intervención mercenaria extranjera conviven con los cada vez más numerosos militares franceses llegados a esa nación en misión presuntamente pacificadora.
Desde hace 49 años no ha habido prácticamente descanso en la lucha interfacciones, ninguna de las cuales se ha expresado contra la otrora potencia colonial, Francia, hoy presente militarmente allí para proteger los intereses de sus monopolios.
Desde 1965, cuando este país entró en una trayectoria compleja y oscilante con el golpe de Estado contra el primer presidente de la independencia, David Dacko, hasta la caída del último presidente electo, Bozizé, en el 2013, la influencia militar de París nunca ha estado ausente.
Los acontecimientos en el país tomaron un sesgo más grave, cuando el 28 de mayo del 2001, una facción de 600 militares, encabezados por el ex presidente André Kolingba, intentó un golpe de Estado contra el presidente Ange-Félix Patassé. La intentona fracasó y, tras semanas de lucha, el 7 de junio las fuerzas del gobierno (estimadas en más de 4 000 hombres) recuperaron el control de la capital, capturando a la mayoría de los golpistas.
El 26 de octubre Patassé ordeno al comandante de sus fuerzas armadas, el entonces general Bozizé que renunciara, produciéndose enfrentamientos entre partidarios de ambos, viéndose Bozizé obligado a escapar a Chad.
En agosto del 2002, cuando se reiniciaron los combates entre ambos bandos en la frontera chadiana, el apoyo a Patassé fue menor, aunque no fue hasta el 15 de marzo del 2003 que Bozizé logró imponerse.
No obstante, los opositores continuaron la lucha hasta finales del 2006, cuando lograron reunir fuerzas suficientes como para intentar derrocar al gobierno. Después de numerosos incidentes, en los que intervinieron tropas de Chad, ambos bandos firmaron un acuerdo de paz. Se concedió la amnistía a los combatientes rebeldes, muchos de ellos fueron integrados al ejército y grupos opositores devinieron en partidos políticos.
Las consecuencias de estos años de lucha fueron la pérdida de miles de vidas y la destrucción de gran parte del país, principalmente en el norte, además de casi 300 000 refugiados.
En adelante las negociaciones resultaron en un acuerdo en el 2008 para la reconciliación, un gobierno de unidad, y las elecciones locales en el 2009 y las parlamentarias y presidenciales para el período del 2010 al 2014.
Empero, intereses foráneos echaron leña al fuego en las contradicciones entre musulmanes y cristianos, que propiciaron el aumento de las tropas francesas allí.
Indica el colega Julio Morejón que hay una relación directa entre la crisis financiera europea con el desequilibrio en que está sumida África, donde la sangre derramada en los conflictos armados nutre a “las compañías petroleas y mineras de las potencias que se prestan para apropiarse de sus riquezas”, lo cual hace que la historia de la República Centroafricana sea similar a la de otros países, como, por ejemplo, la República Democrática del Congo, donde los intereses de las compañías trasnacionales erosionan todo intento de concretar seriamente la paz en su región oriental.
No obstante, Francia busca la forma de que el país salga por fin de la guerra, e incluso trata de socavar ambas partes para llegar a la buscada “pacificación” y proteger su control de la economía del país:
Bolloré monopoliza la logística y el transporte fluvial; Castel, el mercado de bebidas y el azúcar; y Cfao controla el comercio de vehículos; también figuran France Telecom, Areva y la petrolera Total.
Otro grupo de transnacionales opera en la construcción y obras públicas, entre ellas Bouygues, Satom, Ger Tp, Soreiac, Soccoba, Soca-construction, Gebo Sarl y Atib BIB, todas en un contexto de competencia por las riquezas económicas.
Un negocio lucrativo es la comercialización de la madera. Recuérdese que la República Centroafricana tiene un área boscosa relativamente pequeña, pero de gran valor en término de especies con carácter comercial como el Sapelli, el Obeche y el Sipo, y sus bosques se cuentan entre los más ricos de África.
El sector forestal está dominado por compañías y capitales de origen galo; se otorgaron en concesión 3,2 millones de hectáreas a tres compañías estrictamente francesas (cuatro concesiones), una francesa-centroafricana, y otra malayo-francesa.
En todo este contexto sigue una guerra sobre la que Amnistía Internacional ha señalado a quienes considera culpables de numerosas masacres.
Estos hombres están tan seguros de la impunidad que disfrutan que han hablado frecuentemente a las claras de su papel en los abusos contra los derechos humanos y hecho declaraciones públicas que incitaban a la violencia.
Aunque la mayoría de los sospechosos identificados por Amnistía Internacional en su investigación viven sin ocultarse en la República Centroafricana, algunos están en otros países, como Chad y Francia, a la que consideran su “madre patria”.

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