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Los veinte años que no debían ser

19 de agosto de 2021

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Asombro por lo que está ocurriendo en Afganistán. Comparaciones con la huida de los soldados estadounidenses colgados de los helicópteros como cuando fueron expulsados de Vietnam. Todo se ha podido ver en estos días, mientras una verdad se impone: veinte años de ocupación en Afganistán por tropas de Estados Unidos y la OTAN ha sido una realidad en detrimento del pueblo afgano.

Las imágenes de lo que sucede en el aeropuerto de Kabul, donde se entrecruzan el pánico y la incertidumbre, constituyen solo una mínima expresión del caos en que ha vivido y en el que sigue inmersa la nación afgana.

Son dos décadas en las que cuatro presidentes de Estados Unidos han pasado por la Casa Blanca, uno de ellos, George W. Bush, dio la orden de invadir y ocupar Aganistán. Tras su disposición, corrieron los gobiernos europeos que integran la OTAN y miles de soldados de esos países se involucraron en una injustificada guerra.

Por esa razón, más que culpar a Joe Biden por haber ordenado la salida de sus tropas de tierra afgana, el análisis tiene que partir del hecho mismo de lo ocurrido hace 20 años.

Las razones de la actual salida estrepitosa hay que buscarlas en la concepción o filosofía imperial de los gobiernos estadounidenses, de hacer guerras según sus intereses, aún cuando para ello nunca hay justificación alguna.

Ojalá y esta enseñanza, aunque diferente a la de Vietnam en 1975, cuando fueron derrotados y expulsados de ese país, sirva a las administraciones estadounidenses para calmar sus apetitos guerreristas, y a su pueblo, para tomar conciencia y no permitir que sus hijos sean llevados a guerras de agresión, convertidas en hechos de genocidio, que para nada tienen que ver con la «seguridad de Estados Unidos», como pretenden justificar quienes las ordenan.

Vale recordar en este como otros muchos casos, que el gobierno norteamericano, nunca fue llamado a invadir a Afganistán, y sin embargo desplegó en aquellas tierras durante estos 20 años, cientos de miles de soldados y un armamento sofisticado hecho para matar.

El resultado no puede ser peor: más de 200 000 muertos, entre ellos más de 80 000 civiles y algunos miles de militares de Estados Unidos y de la llamada coalición que participó en esa larga masacre.

Han sido 20 años de una criminal guerra que ha dejado a un país en peores condiciones a como estaba en 2001. Una nación más pobre, más inestable, y con un presente y futuro lleno de incertidumbres.

Es inconcebible que a estas alturas del Siglo XXI, Estados Unidos decida hacer una guerra, gastar más un billón de dólares, cifra que, pudieran haberse empleado para dar de comer a los millones de afganos que pasan hambre, sufren de enfermedades curables y mueren debido a ellas.

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