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Los oídos sordos ante la represión israelí

6 de abril de 2018

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La cruel represión desatada por las fuerzas israelíes contra las manifestaciones conmemorativas del Día de la Tierra, efectuadas dentro de los límites establecidos por la Franja de Gaza –cercanos a la frontera con la entidad sionista, pero sin violarla– trajo

como consecuencia decenas de muertos y miles de heridos.

Fue una acción criminal deliberada contra la población civil palestina que, indefensa y desarmada, solo portaba carteles y banderas mientras lanzaba a viva voz consignas contra la ocupación, por la liberación de los presos políticos palestinos y la creación del Estado palestino independiente, que dispusieron las resoluciones de Naciones Unidas hace 70 años y nunca han sido cumplidas.

Era, por tanto, una demostración conmemorativa masiva y pacífica muy lejos de cualquier actitud violenta o agresiva por parte de los manifestantes, entre los cuales se encontraban familias enteras con mujeres y niños.

Como se conoce, nada pudo detener la furia de los represores –siempre sedientos de sangre palestina–, y la emprendieron con disparos de armas de fuego desde las posiciones israelíes utilizando medios técnicos que incluyeron drones y moderno armamento con calibre de guerra, tal como muestran los testimonios gráficos.

No es, por supuesto, la primera oleada represiva de los ocupantes contra el pueblo palestino en su propia tierra pues ellas tienen una larga y sangrienta historia desde los tiempos en que los palestinos fueron expulsados y masacrados, dando origen al éxodo forzoso que se prolonga hasta nuestros días.

Esta vez la reacción internacional de rechazo a la brutal agresión ha sido extendida, abarcando a gobiernos, organizaciones y medios sociales de todo el orbe, sin excluir a medios de comunicación de diferente signo habitualmente omisos, pero que ahora se han sentido indignados por la criminal acción contra manifestantes pacíficos.

En medio de esas reacciones de dolor y denuncia, mantienen sin embargo un sospechoso silencio y oídos sordos ante los hechos de la Franja de Gaza, el gobierno imperialista de Estados Unidos y la aparentemente sacrosanta Unión Europea. Ninguno de los dos se ha pronunciado hasta el momento y ese silencio puede convertirse en complicidad.

Si recordamos la actitud de ambos en cuanto a otros conflictos, sobre todo en la región del Medio Oriente, no puede dejar de llamar la atención semejante silencio que, por otra parte, confirma la hipocresía y el cinismo con que actuaron en ocasiones anteriores.

En el caso de Libia, por ejemplo, incidentes de parecidas características fueron exagerados y manipulados para justificar los bombardeos de la OTAN, la intervención extranjera y los asesinatos que condujeron a la destrucción de ese país otrora próspero, que sigue pagando hoy un alto precio.

Quienes hacen oídos sordos y silencio vergonzoso frente a la masacre de los ocupantes israelíes contra esta demostración pacífica del pueblo palestino, pierden toda autoridad moral y se desenmascaran públicamente; pierden todo el supuesto derecho a tomar posición u opinar sobre los conflictos mundiales de cualquier tipo.

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