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Los Juegos deportivos y… los bélicos

27 de marzo de 2018

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La esperanza duró poco, concretamente el tiempo en que se llevaron a cabo los Juegos de Invierno, celebrados en la capital de Corea del Sur y en el que participó una delegación de alto nivel de Corea del Norte donde, incluso, ciudadanos de ambas Coreas participaron juntos en algunos deportes.

Parecía, con la visita posterior de una delegación surcoreana a la capital norcoreana y los anuncios hechos por ambas partes acerca de la posible desnuclearización de Corea del Norte y el sorpresivo anuncio de un encuentro entre el Presidente de esa nación y el de Estados Unidos, que podía mantenerse la esperanza de llevar la paz a la península coreana.

Pero entonces, como si nada de lo acontecido y acordado tuviera valor, se retoman los Ejercicios anuales entre Corea del Sur y Estados Unidos a partir del 1ro de abril, con una magnitud similar a la de años anteriores. Tales maniobras, o juegos bélicos, ignoraron olímpicamente los avances logrados.

El beneplácito demostrado por la comunidad internacional ante la posibilidad de un diálogo serio entre las dos Coreas no tuvo en cuenta que, para resolver lo que muchos conocen como la crisis coreana, había que esperar por las decisiones del principal protagonista de esa crisis, los Estados Unidos, que en ningún momento han dado señales de estar interesados en que se terminen las tensiones en la península.

Muestra de ello es que no tienen interés de establecer un diálogo constructivo y constante con Kim Jong.Un, sino todo lo contrario, demostrándolo con el aumento de las presiones económicas y políticas contra Pyongyang.

Se mantiene entonces lo anunciado a finales de enero, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos amplió la lista de sanciones a los norcoreanos, consecuente con lo planteado por Donald Trump cuando señaló que su administración “une a todas las naciones civilizadas contra el brutal régimen en Corea del Norte”.

¿Qué buscan realmente los Estados Unidos? Bajo el pretexto de brindar seguridad y protección contra la “amenaza coreana”, el Pentágono aumentó significativamente su presencia militar en la zona y ha realizado provocativas maniobras militares.

El breve período esperanzador fue una pequeña concesión del imperio que dejó para después de los Juegos de Invierno la realización en gran escala de las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur, pisoteando con ese gesto cualquier posibilidad de paz en la región y recordándole a la comunidad mundial que lo realizado fue sencillamente una maniobra demagógica.

Los ejercicios militares incluyen el despliegue de decenas de miles de soldados, consideradas por Corea del Norte como un ensayo de una eventual invasión, y se anuncian provocadoramente cuando existen conversaciones entre las dos Coreas y un encuentro entre Trump y Kim Jon-Un.

Por tanto las perspectivas inmediatas son las de un mayor endurecimiento estadounidense hacia Corea del Norte, por su iniciativa de reanudar conversaciones con Corea del Sur, dado que cualquier entendimiento entre ambas naciones provocaría la interrupción de los lazos que unen a Seúl con Washington.

Resulta obvio que cualquier acuerdo entre las dos Coreas pudiera poner en peligro la presencia militar yanqui en territorio surcoreano, algo que no está dispuesto a admitir el alto mando del Pentágono. Si los juegos deportivos trajeron esperanzas, los militares solo traerán más tensión entre las partes y atentan contra una paz verdadera en la Península.

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