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Los funerales de la OEA

25 de marzo de 2020

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La OEA  ha muerto, y no precisamente como víctima del Covid 19, aunque la pandemia también jugó su papel. Su funeral se efectuó el pasado viernes en Washington con motivo de la anunciada reelección de Luis Almagro, quien de este modo conduce hasta su última morada a la desprest5igiada e inútil Organización de Estados Americanos, desde su nacimiento en 1948 organizada por el gobierno imperialista de Estados Unidos y desde entonces utilizada como ministerio de colonias yanqui para América Latina y el Caribe.

No obstante, y a pesar de sus más de siete décadas de fechorías, puede afirmarse que nunca desde entonces vivió momentos tan vergonzosos como los actuales, a pesar incluso de otros episodios de ilegalidad y bochorno contra la Carta de la ONU y su propia Carta constitutiva como, por ejemplo, la suspensión de la membrecía de Cuba o las invasiones a República Dominicana, Panamá y Granada, santificadas por ella.

Ninguna otra organización internacional de la época contemporánea ha escrito capítulos tan denigrantes como este engendro, concebido y financiado por los distintos gobiernos de Estados Unidos que la han utilizado como simple herramienta a su servicio para la dominación política y el saqueo económico de América Latina y el Caribe.

De ahí que la OEA sirva obedientemente desde su creación, de una forma u otra, a los intereses del Imperio y sea aun el instrumento ranqueante de la Doctrina Monroe, mediante el pago del 60 por ciento de su presupuesto.

Pienso que es tarde ya para adecentar a la OEA, sobre todo cuando el régimen de Trump sostiene en la cima a un sujeto como Luis Almagro para que juegue su papel de títere, incondicional y abyecto, como corresponde generalmente a los traidores que en algún momento vendieron su alma al diablo.

No por gusto el asustado secretario de estado Mike Pompeo dio carreritas y visitó personalmente a algunos votantes, cuando el Departamento de Estado y la CIA apreciaron que aun no era seguro del todo la reelección del designado.

Sin embargo, es necesario consignar que un número notable de dignos países latinoamericanos y caribeños se negaron a entronizar al títere. Entre ellos, México, Argentina y Nicaragua así como la mayoría de la Comunidad del Caribe (CARICOM).

Razón tienen muchos medios de comunicación del continente cuando concluyen que la imposición del títere Almagro por parte de Trump traza una línea divisoria infranqueable, que imposibilita cualquier idea de cooperación o integración mediante los oscuros y corruptos pasadizos de la OEA. Este es un difunto sin resurrección posible.

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