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Los fascistas ucranianos no quieren la paz

5 de junio de 2015

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La continuada agresión armada de las tropas de Kiev contra las zonas rebeldes, el alto número de víctimas civiles de tales violaciones al alto el fuego y el develamiento de más fosas clandestinas hacen muy difícil la perspectiva de que se llegue a una paz negociada en Ucrania, donde acaban de arribar más tropas de los aliados occidentales, principalmente norteamericanas y polacas.
Desde el 5 de septiembre pasado, la tregua firmada por Kiev y los independentistas ha sido violada en numerosas ocasiones, y el alto número de muertes civiles en el este es una muestra de la agresión kievita a centros urbanos.
En tanto, los ministerios del Interior y la Seguridad del gobierno alternativo de Donetsk investigan el hallazgo de nuevas fosas comunes, con apoyo de expertos internacionales de Rusia y de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.
Ello ocurre cuando el Parlamento ucraniano acaba de reconocer a los colaboradores de los nazis como luchadores por la independencia de Ucrania, y les concedió beneficios sociales. La glorificación de los nacionalistas del Ejército Insurgente Ucraniano, responsable de miles de muertos, indica que Ucrania ya no existe como país, opina el jefe del Gobierno de la República Popular de Donetsk, Alexander Zajárchenko, quien agregó:
“El nuevo intento de glorificación de los militantes del Ejército Insurgente Ucraniano no es otra cosa que una farsa. El asco y la repulsa son las únicas sensaciones que provoca este hecho ‘histórico'”.
Mientras el Parlamento ucraniano venera al Ejército Insurgente Ucraniano de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, que estuvo liderada por el notorio colaborador de los nazis Stepan Bandera, Rusia califica a esta organización de extremista. Entre sus atrocidades figura la masacre durante la Segunda Guerra Mundial, en la región de Volinia, de 30 000-100 000 polacos.
Un tercio del nuevo gobierno ucraniano se compone de nazis. Los otros dos tercios son representantes de los grandes capitalistas de Ucrania. A pesar de las fuertes tensiones que existen en su seno, ese gobierno está aplicando a toda máquina una política claramente fascista, cuyos principales aspectos nos describe aquí la publicación Oriental Review:
“Resulta inquietante la indiferencia o más bien la complicidad de la Unión Europea y Estados Unidos con estos hechos que desde la época de la Alemania hitleriana se les conoce bajo el apelativo de la “peste parda” por el color de sus uniformes. El tono paternal y conciliador de los dirigentes occidentales hacia las nuevas autoridades de Ucrania se sitúa en los antípodas de los valores humanistas y democráticos que predican a los demás países del mundo.
“Una incómoda impresión de déjà vu se impone fatalmente al observador que analiza sin ideas preconcebidas la situación de este Estado, surgido como resultado de la disolución de la Unión Soviética, y la política que Occidente está imponiendo en la región. Desde ambos lados del Atlántico se lanzan declaraciones de respaldo al “gobierno legítimo de Ucrania” que ha quedado bajo el control de la pandilla de nacionalistas extremistas radicales que lo llevó al poder, a pesar de que sólo representa a una pequeñísima minoría de la población ucraniana”.
Lo cierto es que lo que hoy sucede en Ucrania no es muy diferente de lo sucedido en la Alemania de los años 1930 con el ascenso de Hitler al poder. Son las mismas estratagemas políticas que en aquel entonces. Y se están imponiendo las mismas limitaciones. Ello hace concluir que, por supuesto, los fascistas ucranianos no quieren la paz.

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