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Los Alvarados

5 de febrero de 2018

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No, no son hermanos como Los Villalobos, sino los dos contendientes antagónicos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Costa Rica, que tendrá lugar el primero de abril próximo.

Ambos llegaron a esa posición, luego de que junto a los otros once aspirantes no lograron el 40% requerido para triunfar en la primera vuelta este domingo 4.

El índice de abstención de este domingo en la lid del país centroamericano rozó el 40%, una marca histórica, revelador de la apatía, fragmentación y desencanto del pueblo costarricense.

Pero la segunda vuelta es posible que sea más movida, motivada por el vertiginoso ascenso del pastor evangélico Fabricio Alvarado, del confesional partido de Restauración Nacional, quien aprovechó el rechazo popular a la decisión de la Comisión Interamericana de derechos Humanos (CIDH) de legalizar el matrimonio de personas de igual sexo.

La exacerbación de la defensa de los “valores cristianos” pisó la arena política como nunca antes después del fallo de la CIDH, e incluso Fabricio pidió la expulsión de la entidad, que tiene precisamente su sede en San José, la capital.

La mayoría de los 13 aspirantes presidenciales exhibió su rechazo al dictamen emitido por la CIDH, a tono con la preferencia popular; dos tercios de la población repudian ese fallo y el matrimonio igualitario, según indica la encuesta más reciente del Centro de Investigación y Estudios Políticos, de la Universidad Central de Costa Rica.

Este mismo estudio registró la meteórica subida de Fabricio Alvarado, que solo en un mes aumentó 14 puntos en la intención de voto, al pasar de 3% a 17%, y lograr finalmente casi la cuarta parte de los votos emitidos.

Alvarado fue reportero de nota roja en televisión antes de dedicarse a cantar alabanzas y predicar en iglesias evangélicas. Después, más por azar que por ambición política, se postuló para una diputación en 2014 con Restauración Nacional, y desde su curul lanzó la candidatura presidencial que hace tres meses pasaba inadvertida y ahora tiene de cabeza a la campaña electoral. “No ha sido el azar; es la voluntad de Dios”, dijo José Carlos Alfaro, feligrés de una iglesia llamada Pasión por las Almas. Por otra parte, sus críticos se asustan de solo pensar que pudiera llegar a la presidencia.

El antagonista de Fabricio, Carlos Alvarado, del oficialista Partido de Acción Ciudadana, con ideas no conservadoras, logró apuradamente clasificar a segunda vuelta, a pesar de ser el único que estuvo de acuerdo con la decisión de la CIDH y tener en contra los continuados fracasos del gobierno del saliente presidente, Luis Guillermo Solís.

De ahí que solo tuviera aceptación de apenas el 6% en las diversas encuestas, y se le daba muy pocas opciones.

Para cualquier de los dos la herencia dejada por el anterior gobierno, causado por culpas propias o ajenas, presenta un gran reto, principalmente en la política fiscal

Este malestar popular responde en gran parte a la dificultad que ha tenido la administración de Solís para transformar en leyes las demandas de la sociedad. La Asamblea anterior fue la más fragmentada y polarizada en la historia reciente pero este aspecto negativo será superior en la venidera, con lo cual se obliga a la negociación, y muchas veces en condiciones desventajosas.

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